Cada vez hay más pruebas de que el aislamiento social y la soledad abren la puerta a una mala salud y a una muerte prematura. Estas dos situaciones aumentan notablemente la fragilidad mental, favoreciendo la depresión o el deterioro cognitivo.
A pesar de la evidencia acumulada, los mecanismos subyacentes por los cuales las relaciones sociales impactan la salud siguen siendo difíciles de alcanzar. Ésta es la tarea que emprende un equipo liderado por científicos de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, y de la Universidad de Fudan, en China.
“Una forma de explorar los mecanismos biológicos es observar las proteínas que circulan en la sangre”, explican en su trabajo publicado en la revista Nature Human Behavior.
Una cuestión de proteínas
Basándose en este principio, examinaron los “proteomas”, es decir todas las proteínas, en muestras de sangre de 42.000 adultos de entre 40 y 69 años que participaron en el Biobanco del Reino Unido (una gran base de datos británica).
Esto les permitió observar qué proteínas estaban presentes en mayores cantidades en personas socialmente aisladas o solitarias, y cómo estas proteínas estaban relacionadas con una mala salud. Así, identificaron 175 proteínas asociadas con el aislamiento social y 26 proteínas con la soledad.
Proteínas producidas en respuesta a inflamación, infección viral o relacionadas con enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, accidentes cerebrovasculares y muerte prematura.
Así, entre las proteínas identificadas destaca una: la ADM. Producida en mayor cantidad en personas que sufren de soledad, participa en la regulación de las hormonas del estrés y de las hormonas sociales como la oxitocina, a menudo apodada “la hormona del amor”.
Según los autores, “cuanto más altos son los niveles de ADM, menor es el volumen de la ínsula, una región del cerebro que nos permite sentir lo que sucede dentro de nuestro cuerpo. »
Se observaron otras proteínas en niveles más altos, como ASGR1. Lo cual se asocia con niveles más altos de colesterol y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.
“Estos resultados subrayan la importancia de los contactos sociales para nuestra salud”, subraya la profesora Barbara Sahakian, del departamento de psiquiatría de la Universidad de Cambridge.
“Cada vez más personas de todas las edades afirman sentirse solas. Por eso la Organización Mundial de la Salud ha descrito el aislamiento social y la soledad como un problema de salud pública global. Necesitamos encontrar formas de combatir este problema creciente y mantener conexiones entre las personas para ayudarlas a mantenerse saludables. »