Los astrónomos descubrieron recientemente un planeta similar a la Tierra a unos 4.000 años luz de distancia que podría proporcionar información sobre el destino de nuestro propio planeta dentro de varios miles de millones de años, cuando nuestro moribundo Sol se transforme en una enana blanca.
El destino inevitable de la Tierra y el Sol
Como todas las estrellas, nuestro Sol está destinado a evolucionar con el tiempo. Ahora que se encuentra en la mitad de su existencia, se quedará sin combustible nuclear dentro de unos cinco mil millones de años. En ese punto, se expandirá y se convertirá en una gigante roja, una estrella que probablemente tendrá un diámetro mayor que la órbita actual de la Tierra. Mercurio y Venus, los dos primeros planetas del Sistema Solar, serán completamente absorbidos por el Sol. En cuanto a la Tierra, podría encontrarse en una nueva órbita más lejana o correr la misma suerte.
Este proceso de transformación del Sol culminará con la expulsión de sus capas exteriores, dejando tras de sí sólo una estrella densa y muy caliente llamada mujer blanca. Esta estrella será mucho más pequeña, pero seguirá atrayendo lo que queda de su procesión de planetas. Si la Tierra sobrevive a esta fase de gigante roja, se encontrará en una órbita dos veces más distante que hoy, mucho más allá de la zona habitable, transformada en un planeta frío y árido.
Un descubrimiento que arroja luz sobre el futuro de la Tierra
El sistema recientemente descubierto, que consiste de una enana blanca y un planeta similar a la Tierrase parece mucho a lo que podría sucederle a nuestro propio Sistema Solar en un futuro lejano. De hecho, el planeta se encuentra en una órbita dos veces más grande que la de la Tierra alrededor del Sol en la actualidad.
Este descubrimiento no es sólo una simple curiosidad astronómica; también permite a los científicos comprender mejor las etapas finales de la evolución de estrellas como el Sol, así como el efecto de estas transformaciones en los planetas que las rodean. Según los investigadores, aunque este planeta se encuentra ahora fuera de la zona habitable de su enana blanca, los astrónomos creen que podría haber mantenido condiciones adecuadas para la vida cuando su estrella era todavía una estrella normal comparable al Sol.
La técnica de microlente gravitacional.
La astronomía está llena de técnicas asombrosas para detectar objetos invisibles en el cosmos. El planeta en cuestión fue descubierto utilizando un método conocido como microlente gravitacional. Esta técnica se basa en un fenómeno predicho por la teoría de la relatividad de Einstein: la gravedad de un objeto masivo, como una estrella, puede doblar el espacio-tiempo y amplificar la luz de una estrella más lejana que se encuentre en su alineación.
En 2020, este planeta amplificó brevemente la luz de una estrella más distante, también situada en la Vía Láctea, aproximadamente 25.000 años luz de la Tierra. Este efecto permitió a los investigadores estimar la presencia de un enana blanca y dos planetas, incluido uno del tamaño de la Tierra.
Para confirmar que esta estrella es efectivamente una enana blanca, los astrónomos utilizaron el telescopio Keck II en 2023. Utilizando óptica adaptativa que elimina la borrosidad causada por la atmósfera terrestre, confirmaron que la estrella microlente no podía no ser una estrella normal. Su baja luminosidad y su masa. indicar claramente que es una enana blancaremanente de una estrella similar al Sol.
¿Un futuro lejano para la humanidad?
Aunque este escenario todavía parece lejano, plantea una pregunta fascinante: ¿qué podría ser de la humanidad cuando el Sol comience a desvanecerse? Algunos científicos creen que a medida que el Sol se expanda hasta convertirse en una gigante roja, la zona habitable del Sistema Solar, donde puede existir la vida tal como la conocemos, se moverá más allá de la Tierra, alrededor de planetas gigantes como Júpiter o Saturno.
Sin embargo, sabemos que algunas de las lunas de estos planetas, como Europa, Calisto o Ganímedes alrededor de Júpiter o incluso Encelado alrededor de Saturno, tienen océanos escondidos debajo de su superficie gelatina. Si estas lunas se encontraran temporalmente en la nueva zona habitable de gigante roja del Sol, podrían ofrecer durante un tiempo una refugio potencial para la humanidad.
Las implicaciones filosóficas de este descubrimiento.
Este descubrimiento no sólo ofrece una visión fascinante de la evolución estelar, sino que también plantea profundas cuestiones filosóficas sobre la fragilidad de nuestro planeta y la vida misma. Al observar cómo un planeta similar a la Tierra sobrevive a la transformación de estrella a enana blanca, podemos vislumbrar la resiliencia de los cuerpos celestes frente a cambios catastróficos. Pero ¿será esta resiliencia suficiente para preservar la vida? Si algún día la Tierra siguiera el mismo camino, este descubrimiento podría alentar a la humanidad a pensar hoy en formas de garantizar su sostenibilidad, ya sea explorando otros sistemas solares o preparándose para los desafíos del futuro de nuestra propia estrella.
El equipo de investigadores, dirigido por Keming Zhang, ahora becario postdoctoral en la Universidad de California en San Diego, anunció su descubrimiento en la revista Nature Astronomy.