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[Espace] Casi puedes caminar sobre la Luna cerca de Colonia

[Espace] Casi puedes caminar sobre la Luna cerca de Colonia
[Espace] Casi puedes caminar sobre la Luna cerca de Colonia
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El exterior parece un hangar blanco y ciego, abandonado en un rincón del Centro Aeroespacial Alemán (DLR). Pero en la estructura de nueve metros de altura, con paredes y techo tan oscuros como el espacio, se encuentra una réplica de la superficie lunar.

Bajo la única luz de un punto situado muy bajo en un extremo de los 700 metros cuadrados –el equivalente a más de tres canchas de tenis– el relieve de baches y cráteres alterna zonas de negro intenso con zonas de luz dura. Sobre un terreno cubierto de un extraño polvo gris pálido, salpicado de rocas.

Caminé hasta allí ayer con nuestro nuevo traje espacial y cuando entras en las zonas grises no puedes orientarte. ¿Es sólo un hueco o un abismo?“, señala Matthias Maurer, astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA), cuyo centro de entrenamiento (EAC) se encuentra frente a LUNA.

Ingeniero en ciencias de materiales, es el iniciador del proyecto conjunto DLR-ESA, lanzado hace más de diez años. Y será el primer actor el próximo miércoles en la inauguración de “Esta instalación única, que integra tantos elementos diferentes, sin equivalente en el mundo, ni siquiera en la NASA.“.

Para no tener que comprar 900 toneladas a los Estados Unidos, la ESA desarrolló el EAC-1A, un equivalente del regolito lunar, la gruesa capa de polvo que cubre la estrella durante varios metros.

Al tacto es tan áspero como una piedra pómez. La finura de sus granos, combinada con su naturaleza muy abrasiva, lo hace peligroso para las vías respiratorias y los equipos.

Vivir y trabajar en la Luna

Cuando lo pisamos, “se eleva y flota” en el aire, explica Matthias Maurer. En la Luna, el regolito es aún más problemático, porque está cargado de electricidad estática, lo que hace que se adhiera a cualquier superficie. Hasta el punto de que los astronautas de las misiones Apolo temieron por la impermeabilidad de sus trajes espaciales después de sólo tres salidas.

En la Luna, es el resultado de innumerables impactos de asteroides sobre la corteza lunar. Lo de LUNA es un “material de basalto volcánico molido y tamizado luego mezclado“, explica Jürgen Schlutz, director de proyectos de la ESA. Una mezcla inteligente producida a partir de un antiguo yacimiento volcánico alemán.

LUNA es un conjunto de contenedores de nueve metros de altura. Foto ESA

Los ingenieros todavía están esperando una entrega especial de 20 toneladas de regolito groenlandés, que se utilizará en el “laboratorio de polvo“(laboratorio de polvo), un espacio herméticamente cerrado dentro de LUNA, para probar equipos.

El lugar pronto albergará un sol artificial móvil, que permitirá un efecto de luz rasante que cambia la apariencia del terreno de hora en hora.

Un innovador sistema de arnés, controlado desde lo alto de la estructura, imitará la bajísima gravedad lunar, de modo que un astronauta de 60 kilos no tendría que realizar más esfuerzo que si pesara 10.

suelo helado

Otra innovación es la posibilidad de congelar el suelo de LUNA a una profundidad de tres metros. “Porque en la Luna querremos perforar lugares donde podamos encontrar hielo de agua”.explicó Matías Maurer.

Y un espacio subterráneo para probar técnicas de uso del regolito, como elemento constructivo o para extraer oxígeno.

En una esquina, una sección inclinada debe poner a prueba la capacidad de los astronautas y del equipo para superar pendientes de hasta 50 grados. Un ejercicio complicado sobre este material en el que inicialmente te hundes hasta el tobillo, como cuando subes una duna.

Después de un duro día de ocho horas estudiando la luna, vas a FLEXHab“, continúa Matías Maurer.

Este módulo de alojamiento diseñado para cuatro astronautas se conectará directamente a LUNA dentro de una semana. Utilizarán una esclusa de aire estanca para quitarse los trajes y evitar cualquier intrusión de regolito en su hábitat.

Luego vendrá un módulo de producción en planta de circuito cerrado, Eden, probado durante cinco años en una estación antártica del DLR.

Al final, es todo un ecosistema que debe permitir “entender cómo vivir y trabajar en la Luna“, según Jürgen Schlutz. Y de paso ayudar a garantizar plazas para los astronautas europeos en el programa americano Artemis que regresan a la Luna.

Para Matthias Maurer, un candidato natural para esta aventura, entrar en LUNA”es un poco como si ya tuviera un pie en la luna“.

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