Paquetes de galletas, barras de chocolate o bolsas de caramelos, refrescos, zumos de frutas… Nuestras alacenas y neveras están repletas de alimentos y bebidas dulces, y nos encantan. Aunque ciertamente es un sustrato energético esencial para el cerebro, en grandes cantidades plantea un problema. Investigadores de la Universidad de Boston han demostrado que el consumo regular de bebidas azucaradas, además de aumentar el riesgo de sufrir un ictus, provoca una reducción del tamaño del hipocampo, una región cerebral clave para el aprendizaje y la memoria. Además, entre los 4.000 participantes del estudio, aquellos que bebían más refrescos o jugos de frutas obtuvieron peores resultados en las pruebas de memoria. Y eso no es todo: en personas con riesgo genético de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, la probabilidad de desarrollar síntomas definitivamente aumenta si consumen un snack dulce a diario…
Por todo ello, el exceso de azúcar parece ir acompañado de una serie de efectos negativos en el funcionamiento de nuestro cerebro. Pero, ¿cómo es posible esto, dado que precisamente la glucosa es imprescindible para su buen funcionamiento, y que nuestras neuronas necesitan incluso más del 20% de toda la glucosa que absorbemos, cuando sólo representan el 2% de nuestra masa corporal?
Glucosa en el caos…
Recientemente, un estudio publicado en la revista Naturaleza vino a arrojar luz sobre este fenómeno en la escala del funcionamiento de las células cerebrales. Estos experimentos, actualmente realizados en ratones, revelan que el exceso de glucosa dificulta la producción de nuevas neuronas. Normalmente, el cerebro produce continuamente nuevas neuronas a partir de un tipo especial de células madre llamadas células madre neurales. Pero a medida que envejecemos, este fenómeno de neurogénesis disminuye, lo que contribuye a problemas de memoria y a la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
Investigadores estadounidenses de la Universidad de Stanford, bajo la dirección del neurocientífico Tyzon Ruetz, querían comprender por qué la neurogénesis disminuye con la edad. Inicialmente, buscaron genes que pudieran afectar la neurogénesis. Para ello, inactivaron cientos de genes en células madre de ratones ancianos utilizando una técnica de manipulación genética conocida como método CRISPR-Cas9. Sorpresa: cuando bloquearon la acción de un gen –llamado GLUT4– las células madre comenzaron a producir el doble de neuronas. Este gen permite que la glucosa entre en las células y los científicos han observado que a medida que envejecen, el gen es cada vez más activo y aporta más y más glucosa.
Lo cual es bastante buena noticia. Porque bastaría con inactivar el gen GLUT4 para estimular la neurogénesis. Una solución innovadora, que sólo podría ser posible en terapia en un futuro lejano… Por eso, mientras tanto, otra solución es el ayuno temporal de glucosa: porque en sus experimentos, los investigadores demostraron que, al suspender durante cuarenta y ocho horas de glucosa del medio de cultivo de células madre, comenzaron a dividirse y producir nuevas neuronas.
Este efecto aún no se ha confirmado en humanos. Pero mientras tanto, esto no impide que limites ahora tu consumo de azúcar, por precaución: al mismo tiempo que reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, obesidad o diabetes, este hábito bien podría hacerte ganar más adelante una pequeña reserva de neuronas muy útil para prevenir deterioro cerebral.
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