miércoles 4 de diciembre de 2024
En la edición de la tarde.
A medida que se acercan las vacaciones de fin de año, los abetos entran en los hogares. Una alegría para grandes y pequeños… ¡excepto cuando se es alérgico! Poco conocida, la alergia al árbol de Navidad existe. Desencadena todos los síntomas de la fiebre del heno, a mediados de diciembre.
Se supone que trae alegría y felicidad decorando los hogares para las celebraciones de fin de año. Sin embargo, para algunos, su proximidad no es una alegría. El árbol de Navidad causa problemas en muchos hogares porque es alergénico. O mejor dicho, es el moho que porta el que puede provocar una auténtica “fiebre del heno”. Explicaciones.
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Ataque de asma y “moqueo”
Rinitis, tos, dificultad para respirar, congestión nasal, conjuntivitis, ojos irritados, ojos llorosos o astenia, dolor en el pecho, problemas para dormir… Todos estos son síntomas provocados por el síndrome del árbol de Navidad. Esta alergia generalmente se desencadena por la presencia de polen en la corteza del árbol, o por el moho que se encuentra en las espinas y el tronco. Una enfermedad que los especialistas apenas empiezan a comprender realmente.
En 2011, fue el alergólogo Lawrence Kurlandsky quien puso de relieve esta alergia publicando un estudio sobre el fenómeno en Anales de alergia, asma e inmunologíauna revista médica estadounidense. Al analizar 23 muestras de corteza y agujas de pino, el investigador descubrió casi 53 mohos diferentes, todos ellos potencialmente desencadenantes de ataques de asma, estornudos y “goteo nasal”. Mohos que se desarrollan previamente en el árbol durante su cultivo exterior, y que luego aprovechan los interiores, cálidos en invierno, para colonizar aún más los árboles de Navidad.
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El Dr. Adrian Morris, especialista en alergias de la clínica Surrey, en Canadá, señala que el estudio confirma una sospecha que ya tenían los alergólogos. Cuestionado por el Correo diario Ya en 2011, el médico confirmó que el árbol de Navidad ya era sospechoso de explicar el aumento de las enfermedades respiratorias durante los períodos navideños: “Antes del estudio, se pensaba que el polen del árbol, e incluso el herbicida utilizado en los árboles, podrían ser los responsables. [d’allergies et d’asthme dû aux allergies]. Ahora sabemos que es moho. »
“Lo realmente interesante de este estudio”, añade el científico, “es que los mohos que encontraron en grandes cantidades en los árboles (aspergillus, penicillium, cladosporium e incluso alternaria) son los que tienen más probabilidades de desencadenar alergias. »
Por su parte, el Dr. Nhan Pham-Thi, pediatra y alergólogo en París, reconoce la existencia de estas alergias, aunque subraya que pueden deberse a otros productos: “Generalmente estos síntomas están relacionados con la multiplicación del moho en los abetos, avanza el especialista, entrevistado por Le Quotidien du Médecin. Pero también pueden estar relacionados con los productos conservantes pulverizados sobre los árboles, o incluso con la nieve artificial que cubre algunos abetos. »
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Enjuague y seque su árbol
Para protegerse de estas alergias no existen muchas soluciones. Para el Dr. Nhan Pham-Thi, prescindir de un árbol sigue siendo la mejor manera de evitar las alergias: “Los abetos naturales deberían prohibirse en casos de sensibilidad respiratoria en la familia, asma, alergia al moho, al polen de Pinaceae o eccema grave, así como alergias a las resinas”. afirma el especialista en El diario del doctor.
“Si esta medida parece demasiado dura, se puede sugerir lavar el árbol fuera de casa con abundante agua. Luego séquelo siempre al aire libre, antes de colocarlo en un lugar donde las personas sensibles no estén expuestas directamente. También hay árboles artificiales, pero rara vez son aceptados por unanimidad…”
Sin embargo, en Internet no faltan ideas para sustituir tu árbol por algo menos tóxico y, en ocasiones, también más ecológico. Realizados con ramas secas, dibujados en la pared e incluso sustituidos por montones de libros, cajas de madera o cojines: con imaginación, no faltan los “árboles” originales. Lo que queda es el olor a resina y espinas, que, cuando no te hace estornudar, es difícil de remplazar.