Sudán se enfrenta a una epidemia de cólera que ya se ha cobrado la vida de casi 700 personas e infectado a más de 24.000.
Desde hace varios meses, la enfermedad azota el país, exacerbada por una guerra devastadora que dura más de 18 meses, socavando la ya frágil infraestructura sanitaria. El cólera, una enfermedad altamente contagiosa, afecta ahora a 11 de los 18 estados de Sudán, y las autoridades sanitarias se enfrentan a un gran desafío.
Según Ahmed Ali Atta, médico del Departamento de Emergencias y Control Epidémico del Ministerio de Salud, la situación en algunas regiones es particularmente alarmante. “Hay una gran cantidad de personas que llegan padeciendo la enfermedad. Y tenemos más gente en la otra sección. Por ahora, la situación en la zona de Nueva Halfa no es tan grave. El gran número de llegadas procede de la región de Radaga »precisa. La ciudad de New Halfa, aunque menos afectada por el momento, se está convirtiendo en un punto focal para muchas personas que huyen de las zonas más afectadas por el cólera.
Sin embargo, las condiciones sanitarias en Nueva Halfa están lejos de ser ideales. La afluencia masiva de personas desplazadas ha ejercido presión sobre la infraestructura local, que ya es insuficiente.
Imad al-Din Maki, un desplazado del esteEstado de Al Jazeerademuestra la precariedad de la situación: “Francamente, la situación sanitaria aquí es muy mala. Más de 300 personas o unas 250 personas utilizan tres baños casi primitivos. » Estas condiciones de vida insalubres favorecen la rápida propagación del cólera, poniendo en peligro aún más la salud de las poblaciones ya debilitadas por el conflicto.
El sector sanitario de Sudán sufre una dramática escasez de equipos médicos y medicamentos, lo que complica los esfuerzos para contener la enfermedad. Mientras las autoridades sanitarias intentan contener la epidemia en condiciones extremadamente difíciles, las familias desplazadas siguen viviendo en condiciones inhumanas, sin acceso suficiente a la atención básica.
Este brote de cólera pone de relieve el deterioro de la situación sanitaria en Sudán, donde los esfuerzos para combatir la enfermedad enfrentan obstáculos considerables, incluida la inestabilidad política y el conflicto armado. Las poblaciones más vulnerables, que ya son víctimas de los combates, se enfrentan ahora a una crisis sanitaria que amenaza con cobrar aún más víctimas.