62,3°C sentidos en Brasil, casi 40°C medidos en Marruecos… Apenas ha comenzado marzo cuando 2024 ya promete batir récords, mientras que el año 2023 acaba de ser declarado el año más caluroso jamás registrado en la Tierra por la Organización Meteorológica Mundial.
En Francia, los picos de calor, acentuados y multiplicados por el cambio climático, provocaron, entre 2014 y 2022, la muerte de al menos 33.000 personas, según Public Health France. Una cifra subestimada, porque sólo tiene en cuenta a las víctimas directas de un “golpe de calor”, y no a los enfermos cuya agonía puede haber sido precipitada por las temperaturas extremas.
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“Hay muchas maneras diferentes de morir de calor”, subraya el neurobiólogo y especialista en fisiología Pieter Vancamp, de la unidad PhAN del Inrae, en Nantes. En concreto, el cuerpo normalmente pone en marcha mecanismos biológicos para mantener la temperatura interna en 36,8°C. Una temperatura más alta impide que las células funcionen correctamente, lo que genera riesgo de disfunción orgánica. »
El principal mecanismo para bajar la temperatura corporal es la transpiración: al secretar sudor, compuesto de agua, sal y azúcar, que se evapora con el calor, el cuerpo consigue enfriarse. Para favorecer este proceso, que recurre a nuestras reservas, se recomienda beber mucha agua en verano.
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