Dos días antes de su esperado duelo televisado, Kamala Harris y Donald Trump siguen empatados en las nuevas encuestas publicadas el domingo, lo que hace que las elecciones presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre sean más inciertas que nunca.
Esta última serie de encuestas de opinión muestra que el multimillonario republicano, que se presenta como el campeón de los estadounidenses oprimidos víctimas de la inflación, sigue en condiciones de volver a ser presidente de Estados Unidos en enero de 2025, a pesar de sus problemas legales y el caos que rodeó su salida de la Casa Blanca en 2021.
Por su parte, Kamala Harris, que removilizó al campo demócrata tras su tardía entrada en la campaña para sustituir a Joe Biden, también está en condiciones de ganar según estas encuestas.
A nivel nacional, Donald Trump, de 78 años, tiene solo un punto de ventaja sobre el vicepresidente de Estados Unidos (48% frente a 47%), según un estudio del New York Times/Siena College realizado del 3 al 6 de septiembre, una brecha demasiado pequeña para establecer una tendencia.
Tanto más cuanto que las elecciones estadounidenses se deciden por sufragio universal indirecto y toda la cuestión se concentra en un puñado de estados clave y muy disputados para obtener la mayoría del colegio electoral que designará al futuro presidente.
Pero también en este caso el suspenso es total según esta misma encuesta: Kamala Harris, que pasó de vicepresidenta sin pretensiones a candidata confirmada en apenas unas semanas, lleva una ligera ventaja sobre Donald Trump en Wisconsin (50 a 47), Michigan (49/47) y Pensilvania (49/48). Los candidatos están empatados (48/48) en Nevada, Georgia, Carolina del Norte y Arizona.
Según otro estudio de CBS News/YouGov, también realizado del 3 al 6 de septiembre y publicado el domingo, la elección está muy reñida en Michigan (50/49 para Harris), Wisconsin (51/49) y Pensilvania (50/50).
– “Sobrehumano” –
La incertidumbre también se ve acentuada por la cautela en torno a los resultados de las encuestas, que subestimaron el voto de Trump en 2016, cuando el multimillonario empresario y ex estrella de reality shows trastocó todas las previsiones al ganar por un pelo a Hillary Clinton, la clara favorita.
La única certeza es que el primer debate televisado previsto para el martes por la noche en Filadelfia, considerada la cuna de la democracia estadounidense, en el estado clave de Pensilvania, y transmitido por el canal ABC, es muy esperado.
El ejercicio fue fatal, el 27 de junio, para Joe Biden, que parecía tan disminuido que tuvo que tirar la toalla menos de un mes después.
Donald Trump llega a este duelo tras registrar una importante victoria judicial: el aplazamiento hasta el 26 de noviembre, tras la votación, del pronunciamiento de su sentencia en el caso de pagos ocultos a una estrella del porno durante la campaña presidencial de 2016 por el que fue declarado culpable a finales de mayo por doce jurados de Nueva York, una primicia histórica para un expresidente de Estados Unidos.
La decisión, dictada el viernes por el juez de primera instancia Juan Merchan, significa que los votantes estadounidenses no sabrán al emitir su voto qué sentencia recibirá su hipotético futuro presidente.
Uno de los temas en juego en el debate será la actitud de Donald Trump, acostumbrado a los escándalos y provocaciones verbales, que sigue afirmando sin pruebas que las elecciones de 2020 estuvieron manchadas por un fraude y le fueron robadas.
El sábado, en su plataforma Truth Social, advirtió que una vez que regrese a la Casa Blanca, impondrá “largas penas de prisión” a cualquiera que crea que planea “hacer trampa” en noviembre.
“Se necesita una concentración y una disciplina casi sobrehumanas para enfrentarse a Donald Trump en un debate”, predijo en CNN el secretario de Transporte y partidario de Harris, Pete Buttigieg.
Más allá de cómo abordará los ataques, también se espera que Kamala Harris tome medidas concretas, aunque ha sido criticada por la falta de detalles en sus propuestas.
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