(Madrid) Una tarde de invierno en Madrid, alrededor de una gran mesa, veinte solteros discuten, comparten actividades y sonrisas cómplices: cansada de los fracasos en las aplicaciones de citas, Eva Sánchez creó un club de “citas lentas”, para romper el “pesimismo amoroso” volviendo a conectar con realidad.
Wafaa ESSALHI
Agencia France-Presse
Apenas una hora antes, estas diez mujeres y diez hombres de entre 25 y 35 años se midían con aprensión por su primera participación en este “slow dating club”.
Un concepto que ha conquistado muchas grandes ciudades europeas y que Eva Sánchez, de 28 años, quiso desarrollar en Madrid después de “otro ‘ghosting'”: un pretendiente con el que charlaba por internet desapareció sin explicación alguna.
“Mi generación quiere una relación sana, pero las aplicaciones han creado pesimismo en el amor, es difícil de creer”, confió a la AFP este director creativo.
Familiarizada con los códigos del marketing, la joven promociona su “club” colgando carteles que dicen “No hay confianza en las aplicaciones de citas” en las paredes de Madrid, con el nombre de su página de Instagram.
Una vez al mes, el hispanoperuano organiza un aperitivo con diferente temática y ubicación, durante el cual los participantes “no se sienten en una cita”, por unos cuarenta dólares.
Para romper el hielo organiza juegos, actividades manuales, “todo es una excusa para sacar su lado más lindo”.
Las aplicaciones pierden impulso
En Madrid, el británico Tom Hopcroft también ha comenzado a organizar eventos sobre “citas” a través de su página de Instagram con el provocativo nombre: “Guiri de mierda” (“Turista de mierda”).
Se dirige a solteros de todo el mundo que se han instalado recientemente en la capital española o en Barcelona y agota todas las entradas en cada sesión.
Por el contrario, las aplicaciones de citas están experimentando un cierto desencanto: las descargas de Tinder, Bumble, Meetic, Grindr han caído casi un 20% desde 2020, según datos de Sensor Tower, una agencia de análisis de datos digitales.
La valoración bursátil de Match Group (Tinder, Hinge, Meetic), líder en citas online, se ha desplomado, pasando de 69.000 millones de dólares a su máximo en 2021, tras el pico de la epidemia de coronavirus. COVID-19, 11.400 millones en la actualidad.
“Hay una desaceleración continua en el uso de aplicaciones en línea”, analiza Seema Shah, gerente de Sensor Tower. “La Generación Z (nacida a finales de los 90) prefiere reunirse en persona que en línea”.
Ante la caída de sus ingresos, los jugadores de citas online se han visto obligados a renovarse ofreciendo también actividades en grupo o encuentros amistosos.
Damián, de 33 años, dejó atrás las aplicaciones de citas, cuyo “lado desagradable” conoce, ya que trabajó en sus algoritmos como desarrollador informático.
“Decidí conocer gente en la vida real, salir y socializar es más difícil”, admite el franco-español, conocido durante un evento para solteros organizado por Eva Sánchez.
“Desencanto”
“Nos hemos acostumbrado tanto a la pantalla que hemos perdido esa atracción por la interacción directa con la gente como lo hacían nuestros padres”, confiesa Isabel, una abogada chilena de 28 años: “Cuando salimos con amigos, casi tenemos miedo de acercarse a una mesa. Tenemos miedo de parecer un poco extraños o intrusivos”.
Entre los pacientes jóvenes que atiende en su consulta de Madrid, la psicóloga Esther Jiménez nota “desencanto”.
“Consumen las citas como entretenimiento sin la intención de conectar realmente con la otra persona, lo que genera mucha desesperación entre los jóvenes que quisieran encontrar a alguien. La autoestima se ve afectada”, apunta esta especialista en parejas y también sexóloga.
“Vivimos en una sociedad en la que estamos conectados el 100% del tiempo y, sin embargo, el sentimiento general de soledad es muy aterrador. Al fin y al cabo somos seres gregarios, por eso buscamos conexiones”, añade.
Según el terapeuta, “las citas lentas funcionan porque asumes que encontrarás otras personas que quieren lo mismo, los jóvenes se sienten seguros en estos encuentros”.
Pero “la atención no debería centrarse tanto en el medio sino en cómo lo utilizamos: ¿estamos consumiendo personas o buscamos conexiones? »