TRIBUNA
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El presidente termina su segundo mandato como empezó el primero: con Bayrou a su lado. Una señal de que ha perdido todo carácter narrativo, de que habla solo, de que su poder está llegando a su fin, según el escritor Christian Salmon.
Con el increíble nombramiento de François Bayrou, acabamos de presenciar uno de estos “eventos de broma” de los cuales Jean Baudrillard dijo que están destinados “ocultar el fin de todo poder tanto a quienes creen ejercerlo como a quienes creen estar sujetos a él”.
Se trata menos de un vodevil político, como se ha dicho, que de un acontecimiento fantasma que, lejos de resolver el impasse político en el que se encuentra Emmanuel Macron desde la disolución de la Asamblea Nacional, sólo nos empuja más hacia él. Desde su breve visita a Polonia hasta el falso regreso del Halcón presidencial a París, desde las oscuras negociaciones telefónicas de la noche siguiente hasta el enfrentamiento matutino entre el Presidente y François Bayrou, nada se nos ha escapado de la deliberación. del Jefe del Estado consigo mismo, una especie de danza de San Vito del monarca sin que en sus movimientos descontrolados surja una línea de conducta, ni el más mínimo atisbo de comprensión de la crisis política que atravesamos.
Hora tras hora, los medios acompañaron esta zarabanda de especulaciones, rumores y desmentidos con
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