El presidente sirio, Bashar al-Assad, denunció el lunes un intento de “redibujar” el mapa de Oriente Medio, tras una deslumbrante ofensiva de los rebeldes que lograron arrebatar vastas regiones del norte de Siria a las fuerzas gubernamentales.
Esta escalada del conflicto ha llevado a casi 50.000 personas a huir en pocos días, afirmó el lunes la oficina de asuntos humanitarios de la ONU (OCHA), destacando una situación en gran evolución.
Por primera vez desde el inicio de la guerra civil en 2011, el régimen ha perdido completamente el control de Alepo, la segunda ciudad de Siria, un duro revés infligido por una coalición de grupos rebeldes dominados por islamistas radicales.
Ninguna “resistencia significativa”
En respuesta, aviones sirios y rusos bombardearon zonas controladas por estos grupos en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, y en la vecina Alepo, matando a quince civiles, entre ellos niños, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). Imágenes de la AFP mostraron a rebeldes armados patrullando las calles de Alepo, cerca de la ciudadela histórica o del aeropuerto.
Los rebeldes tomaron edificios gubernamentales, prisiones, el aeropuerto internacional y un aeródromo militar “sin encontrar resistencia significativa”, según el OSDH.
En una entrevista telefónica con su homólogo iraní, Massoud Pezeshkian, Bashar al-Assad declaró que la “escalada terrorista” tenía como objetivo “intentar dividir la región, desmoronar sus Estados y rediseñar el mapa regional de acuerdo con los intereses y objetivos de Estados Unidos”. y Occidente.
Apoyo “incondicional” de Moscú y Teherán
Bashar al-Assad, apoyado por Irán y Rusia, intentó obtener el apoyo de sus aliados ante el ataque que ha dejado 514 muertos desde el 27 de noviembre, entre ellos 92 civiles, según el OSDH. Según el Kremlin, el presidente ruso Vladimir Putin y Massoud Pezeshkian afirmaron su apoyo “incondicional” a Bashar al-Assad y pidieron coordinación con Turquía, que apoya a los grupos rebeldes.
El grupo islamista radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y otras facciones rebeldes lanzaron su ofensiva desde la provincia de Idlib, apoderándose rápidamente de decenas de localidades, así como de la ciudad de Alepo, excepto de sus barrios del norte habitados por kurdos.
Siria ha quedado dividida por la guerra civil en varias zonas de influencia, donde los beligerantes cuentan con el apoyo de diferentes potencias regionales e internacionales. La violencia de los últimos días, la primera de esta magnitud desde 2020, hace temer una reanudación de las hostilidades a gran escala.
La ONU quiere un “cese inmediato de las hostilidades”
El ejército sirio ha informado en las últimas veinticuatro horas de bombardeos aéreos y de artillería sirios y rusos contra “posiciones terroristas, depósitos y líneas de suministro” en las provincias de Alepo e Idlib. “Nuestras fuerzas armadas están avanzando hacia varios ejes en las provincias de Alepo, Hama e Idlib para rodear a los terroristas y expulsarlos”, añadió.
El secretario general de la ONU, António Guterres, “alarmado por la reciente escalada de violencia en el noroeste de Siria”, pidió el lunes un “cese inmediato de las hostilidades”, declaró su portavoz Stéphane Dujarric. “Todas las partes deben hacer todo lo posible para proteger a los civiles y la infraestructura civil, incluido permitir el paso seguro de los civiles que huyen de las hostilidades”, añadió.
(afp/rk)