Una última gira por África antes de abandonar la Casa Blanca. Joe Biden llegó a Angola el lunes 2 de diciembre por la tarde, para viajar hasta el miércoles 4 de diciembre. Inicialmente previsto para octubre, fue pospuesto debido al paso de un huracán en Florida. Desde la visita de Barack Obama a Kenia en 2015, ningún presidente de Estados Unidos ha puesto un pie en África.
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Biden debe anunciar inversiones en la modernización de un corredor ferroviario de 1.300 kilómetros que atraviesa Angola, desde su costa atlántica hasta su frontera con la República Democrática del Congo (RDC), y así contrarrestar la influencia de China en el país y en el resto del mundo. el continente.
La promesa del corredor, también financiado por la Unión Europea, reside en esta fórmula mágica: transportar minerales estratégicos, como el cobre o el cobalto, desde la República Democrática del Congo hasta el puerto de Lobito en cuarenta y cinco horas en lugar de cuarenta y cinco días. Una línea ferroviaria que también servirá para transportar, en sentido contrario, productos químicos y diésel para hacer funcionar los generadores utilizados en las minas. Zambia podría, en una segunda fase, conectarse a este corredor.
Apertura a la inversión extranjera
La apuesta está lejos de estar ganada. El ferrocarril, construido entre 1902 y 1929 por los británicos, fue renovado gracias a la financiación china en 2015, antes de que la concesión se concediera finalmente, en 2022, a un consorcio que reúne al comerciante suizo de materias primas Trafigura y a la constructora portuguesa Mota-Engil. y Vecturis, especialista belga en transporte ferroviario.
También es necesario modernizar el tramo en la República Democrática del Congo y poner en circulación locomotoras tan potentes como las que circulan en Angola, para que el “apuesta de cuarenta y cinco horas” celebrarse. Quienes en la RDC -en particular los líderes políticos- que prosperan gracias a sus flotas de camiones que transportan minerales de un lado a otro de la frontera ven con malos ojos la modernización de este corredor.
Los occidentales quieren asegurarse el suministro de minerales estratégicos para desarrollar, en casa, la producción de vehículos eléctricos, chips electrónicos o incluso potentes centros de datos, utilizados para la inteligencia artificial. Al garantizar el tránsito entre las minas de la RDC o de Zambia y las fábricas occidentales, Angola, por su parte, quiere abrir varias de sus provincias aisladas y ofrecer así salidas a los agricultores, tanto en el mercado interno como en el extranjero. Con sus 30 millones de hectáreas de tierra cultivable, de las cuales sólo el 17% está cultivada, el potencial para la agricultura es inmenso, desde el café hasta la miel y el maíz.
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