Insultos, humillaciones e insinuaciones sexuales.
Las víctimas son descritas como ocupantes de posiciones “precarias” en el mundo del cine frente a la “omnipotencia” del actor de 76 años. Son asistentes de producción, técnicos, maquilladores, vestidores y en ocasiones pasantes. La mayoría de ellos tenían menos de 30 años en el momento de los hechos y uno de ellos acababa de cumplir la mayoría de edad.
Evocando un “clima permanente de inseguridad” en el plató y en los camerinos, algunos denunciantes relatan “humillaciones” e “insultos sexistas”, mientras que otros hablan de “contactos físicos no consentidos” y “propuestas de carácter sexual” por parte de los Persona que firmó la columna de apoyo a Gérard Depardieu.
El calvario de un interno apenas adulto
Un joven aprendiz, que en el momento de los hechos tenía 19 años, describe a un hombre meloso que “presiona sus besos en las comisuras de la boca”. Cuando él le dice: “Podemos hacer el amor, puedes venir a mi casa”, ella se niega, declarando en particular que tiene “la edad de sus hijos”. Ante esta negativa, el actor cambió su comportamiento y la apodó “perra” o “zorra”.
La pasante habría informado a la producción y a la dirección de su escuela antes de abandonar el set sin que pasara nada. “La producción no me protegió”, testifica la joven, quien supuestamente interpuso una denuncia contra la producción por desprotección.
El actor niega las acusaciones.
Otra denunciante cuenta que cuando ella empujó al actor por haberle “metido la mano entre los muslos mientras la saludaba”, él respondió: “¡No pasa nada, no me vas a poner un MeToo!”.
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Según Politis, otras diez mujeres hablaron durante la investigación, pero finalmente no quisieron ser citadas.
Contactado por el semanario francés, Gérard Darmon niega haber sido autor de comentarios o gestos inapropiados.