Con un aumento de 2 puntos en su cuota del IVA, es decir, casi 6,3 mil millones de dírhams adicionales (MMDH), las regiones y municipios deberían beneficiarse de un importante impulso financiero si el PLF 2025 se adopta en el estado.
Con un aumento de 2 puntos en su cuota del IVA, es decir, casi 6.300 millones de dírhams adicionales (MMDH), si nos basamos en los ingresos récord del IVA de 2023, las regiones y los municipios deberían beneficiarse de un importante impulso financiero si se concreta el PLF 2025. adoptado tal cual.
En aplicación de lo dispuesto en la Ley Marco N° 69-19 sobre Reforma Tributaria, encaminada a fortalecer la tributación estatal en la promoción del desarrollo territorial y la consolidación de la justicia espacial, se propone incrementar la participación mínima del producto del valor agregado. El impuesto (IVA) asignado a los presupuestos de las autoridades locales del 30% al 32%”, extracto del Proyecto de Ley de Finanzas 2025.
Si esta medida se mantiene tras su adopción definitiva, representaría una importante palanca para reforzar los recursos propios de las autoridades locales. De hecho, los ingresos récord del IVA alcanzarán los 316.260 millones de dírhams en 2023, lo que supone un aumento de dos puntos porcentuales en la proporción destinada a las regiones.
Esta ganancia financiera adicional debería permitir a los funcionarios electos locales tener un mayor margen de maniobra para financiar proyectos de desarrollo territorial que satisfagan las necesidades específicas de sus poblaciones. Infraestructuras, equipamientos públicos, servicios locales, desarrollo económico local, etc., existen múltiples áreas potenciales de intervención.
A nivel económico, este aporte masivo de recursos públicos a los territorios podría constituir un poderoso efecto palanca para impulsar la inversión, la creación de empleo y el desarrollo de ecosistemas productivos locales. Sujeto, por supuesto, a la asignación óptima de estos fondos por parte de las comunidades afectadas.
Queda por ver si esta reforma fiscal irá acompañada de una transferencia real de competencias del Estado.
Fortalecer los recursos financieros de las autoridades locales aumentando su participación en los ingresos del IVA constituye sin duda una palanca importante. Pero esta reforma sólo podrá producir todos sus efectos si va acompañada de una transferencia real de competencias del Estado a las regiones, provincias y municipios.
“Queda por ver si esta reforma fiscal a favor de la descentralización irá acompañada de una transferencia real de competencias del Estado a las comunidades. Condición sine qua non para un uso óptimo de estos nuevos recursos, en una lógica de subsidiariedad y de acercamiento de la acción pública al ciudadano”, reacciona un analista.
En la actualidad, muchas áreas relacionadas con el desarrollo territorial y la gestión de los asuntos locales siguen bajo la supervisión de las administraciones centrales. Una situación que a menudo conduce a una superposición de competencias, a una complejidad de procedimientos y a una distancia entre los centros de toma de decisiones y la realidad sobre el terreno. Dar más recursos financieros a las comunidades sin concederles al mismo tiempo más prerrogativas equivaldría a perpetuar este marco ineficiente. La asignación de recursos adicionales procedentes del IVA correría el riesgo de sufrir una falta de subsidiariedad y de proximidad a las necesidades reales de las poblaciones.
Más allá de las capacidades, la descentralización también debe lograrse fortaleciendo las capacidades humanas, técnicas y de gestión de las autoridades locales para que puedan asumir plenamente sus nuevas prerrogativas.
Finalmente, este proceso sólo puede tener éxito si es parte de una lógica de mayor responsabilidad y rendición de cuentas de los funcionarios electos locales hacia sus electores. En resumen, como contrapartida de los esfuerzos financieros realizados por el Estado, es necesaria una transferencia real de competencias de gestión lo más cercana posible al terreno para optimizar el uso de los beneficios financieros extraordinarios del IVA y responder eficazmente a las expectativas de los ciudadanos.
Compensación
Si el aumento de la parte del IVA redistribuido a las autoridades locales representa una poderosa palanca para apoyar el desarrollo local, también constituirá un déficit significativo para las finanzas públicas del Estado.
Desde el punto de vista ejecutivo, este drenaje adicional de ingresos del IVA tendrá necesariamente que compensarse para preservar el equilibrio presupuestario general. Con casi 6.300 millones de dírhams menos en las arcas, el gobierno inevitablemente tendrá que encontrar otros recursos para compensar este déficit. Son posibles varias vías, pero cada una tendrá sus limitaciones. Un aumento de la carga fiscal sobre otros impuestos como el impuesto sobre la renta, el impuesto de sociedades o las tasas de registro permitiría recuperar ingresos adicionales. Pero esta opción corre el riesgo de aumentar la factura de los hogares y las empresas. Una reducción del gasto público constituye una alternativa a explorar, incluso si el margen de maniobra es limitado dadas las cuestiones socioeconómicas. También en este caso habrá que orientar los ahorros para preservar las inversiones prioritarias.
El Estado también podría centrarse en nuevas fuentes de ingresos, como la mayor movilización de los activos inmobiliarios del Estado, la ampliación de la base impositiva o el establecimiento de nuevas regalías. En cualquier caso, estas decisiones deben llevarse a cabo con gran rigor para no socavar la competitividad del país ni aumentar excesivamente la carga fiscal global. Pero el impacto final sobre el contribuyente no debería ser significativo en vista de las otras medidas fiscales previstas.
En esta compleja ecuación, mantener el rumbo de la reforma fiscal emprendida parece tranquilizador. Con la continua racionalización de los gastos tributarios, la lucha contra la evasión y la ampliación de las bases impositivas, el Estado tendría márgenes de compensación sin correr el riesgo de obstaculizar la competitividad del sector productivo o el poder adquisitivo de los hogares.
Por lo tanto, el desafío será equilibrar cuidadosamente los esfuerzos para consolidar las finanzas públicas sin obstaculizar la recuperación económica y, al mismo tiempo, liberar los recursos esenciales para el desarrollo territorial. Un delicado acto de equilibrio para excelentes estrategas de las finanzas públicas.
Alrededor de 6 mil millones de dírhams adicionales para las autoridades locales
Con unos ingresos récord del IVA que alcanzarán los 316,26 mil millones de dírhams en 2023, el aumento previsto de 2 puntos en la parte mínima asignada a las autoridades locales representa un verdadero soplo de oxígeno financiero para estas últimas.
De hecho, si nos basamos en el importe total de los ingresos del IVA recaudados el año pasado, un aumento del 30% al 32% en su participación se traduciría en casi 6.300 millones de dirhams adicionales en sus presupuestos.
Esta sustancial ganancia financiera inesperada ofrecería a los funcionarios electos locales un nuevo y significativo margen de maniobra para financiar sus políticas de desarrollo territorial y satisfacer las necesidades prioritarias de sus electores.
Entonces tendrían a su alcance varias palancas de acción estratégica: inversiones en infraestructura básica (carreteras, redes de agua y saneamiento, instalaciones públicas, etc.) para reducir los flagrantes déficits en esta área en muchas regiones; fortalecer la calidad de los servicios públicos locales (educación, salud, transporte, etc.) y acercarlos a los usuarios; apoyo reforzado al desarrollo económico local y apoyo a las empresas, vectores clave de creación de empleo y riqueza; rehabilitación de espacios públicos, ecologización de las ciudades y desarrollo de nuevos desarrollos urbanos que contribuyan a la mejora del entorno de vida. Tantos proyectos prioritarios que podrían acelerarse gracias a esta inyección masiva de recursos financieros a largo plazo procedentes del IVA.
Queda ahora garantizar que este esfuerzo presupuestario realizado por el Estado sea contrarrestado por mecanismos de buena gobernanza, control ciudadano y evaluación del desempeño a nivel territorial. Garantía del uso óptimo de estos fondos públicos para el desarrollo equitativo de los territorios y el bienestar de las poblaciones.
Bilal Cherraji / Inspiraciones ECO