Un informe medioambiental destaca que la introducción del aguacate, fruta originaria de los países tropicales, en Marruecos plantea interrogantes y preocupa a investigadores y ciudadanos, especialmente en un contexto de creciente estrés hídrico.
Este informe, elaborado por el periódico Reporteroindica que Marruecos, que se encuentra actualmente entre los 10 mayores exportadores del mundo, produjo 98.000 toneladas de aguacates en 2022 y exportó 56.000 toneladas, principalmente a Europa, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El informe también cita datos de la Oficina de Cambio, que revelan que las exportaciones de aguacate generaron más de 163 millones de euros en 2023. La mayor parte de la tierra (95%) dedicada a este cultivo se encuentra en la región de Gharb, a orillas del Océano Atlántico. Las plantaciones se extienden hasta donde alcanza la vista, algunas incluso rodeadas de muros de hormigón y vallas de alambre de púas.
Riego intensivo y opaco.
El informe recogió el testimonio de un asesor agrícola especializado en el cultivo de aguacate. Reveló los métodos utilizados en una finca ubicada en Sidi Allal Bahraoui, donde cada planta se riega mediante tres sistemas diferentes: goteo, aspersión y aspersores. Una hectárea de esta finca tiene tres pozos, cada uno con una profundidad de 27 metros.
Sin embargo, el informe destaca la ausencia de datos claros sobre las necesidades hídricas del cultivo de aguacate en Marruecos, así como sobre su consumo real. Esta falta de transparencia impide a los defensores de esta cultura proporcionar cifras verificables.
Según activistas comunitarios entrevistados, la producción de un kilogramo de aguacate requiere 800 litros de agua, o aproximadamente 6,5 millones de litros por hectárea.
La ineficacia del riego por goteo.
El informe destaca que el riego por goteo, promocionado por su eficacia, puede producir resultados opuestos. Muchos productores prefieren sistemas de aspersión continua, especialmente en la región de Gharb, donde el agua se toma directamente de las capas freáticas que ya están en dificultades.
Según datos publicados por la Agencia de la Cuenca Hidráulica de Sebou, los niveles freáticos de la región de Gharb sufren un déficit importante, debido principalmente a las actividades agrícolas.
Exportación de agua disfrazada
Un experto agrícola cree que el cultivo del aguacate ilustra una política seguida desde hace décadas en Marruecos: “El agua se bombea dentro del territorio nacional y luego los frutos se exportan al extranjero, lo que equivale a exportar agua. »
Este desequilibrio entre la oferta y la demanda de agua se ve exacerbado por el cambio climático y la sequía, pero también por decisiones políticas cuestionables. El experto critica una lógica de maximizar la “productividad económica del agua”, cuyo objetivo era optimizar el rendimiento por metro cúbico de agua utilizada. Sin embargo, después de dos décadas, este enfoque está mostrando sus límites y amenaza la seguridad hídrica de las comunidades locales.
Tiflet: un ejemplo alarmante
En la ciudad de Tiflet, situada a 60 kilómetros de Rabat, los residentes sufrieron cortes de agua durante el verano por segundo año consecutivo. Durante varias semanas, sólo se pudo acceder al agua 12 horas al día. Algunos residentes con pozos privados tuvieron que compartirlos con sus vecinos.
Un residente explica que los campos de cereales y viñedos que rodean la ciudad han sido sustituidos en los últimos años por plantaciones de aguacate. Y añade: “A menudo se señala la sequía, ¡pero tenemos derecho a hacer preguntas sobre otras causas! »
¿Por qué persistir?
Ante esta situación, el informe cuestiona la continuación de esta política agrícola. Según un economista, esto se reduce a intereses financieros: “El gobierno tiene intereses directos o está bajo la influencia de lobbies. »
El cultivo de aguacate, aunque económicamente lucrativo, plantea serios desafíos ambientales y sociales, lo que pone de relieve la urgencia de repensar las políticas agrícolas ante la escasez de agua.