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Azim Epsirkhanov, de 23 años, fue interrogado sobre los hechos este miércoles 20 de noviembre. Acusado de haber ayudado al agresor en su búsqueda de un arma, negó, durante casi diez horas, conocer las ambiciones mortales de Anzorov.
Azim Epsirkhanov nunca vaciló. Durante casi diez horas permaneció estoico con su chaqueta azul, insistiendo en que no estaba al tanto de la radicalización de su amigo de la infancia y asesino de Samuel Paty, Abdoullakh Anzorov, y de sus planes mortales. Una versión a veces contraria a sus primeras declaraciones bajo custodia policial o durante la investigación. Frente al Tribunal de lo Penal especialmente compuesto, lo que está en juego este miércoles 20 de noviembre era pesado para Azim Epsirkhanov: acusado de haber desempeñado un papel activo en la búsqueda de las armas del agresor, en particular acompañándolo en una cuchillería en el centro de Rouen. El checheno de 23 años aparece acusado de complicidad en un asesinato terrorista. Se enfrenta a cadena perpetua.
Los caminos de Epsirkhanov y Anzorov se cruzaron en el colegio Pablo-Neruda de Evreux (Eure), cuando iniciaban sexto grado. De origen checheno y afincados en el barrio de la Madeleine, rápidamente se hicieron amigos. Desde el momento en que se conocieron, Azim Epsirkhanov dijo que se sintió desafiado por la rigurosa práctica del Islam por parte de los Anzorov. La madre rechaza los abrazos de los hombres. No puede salir sin su marido o uno de sus hijos. No escuchan música; su padre les prohíbe el uso de auriculares. Todos deben respetar cada oración. “No me asocio
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