En Roma, Kevin Mayer muestra sus músculos sin “escuchar demasiado a su cuerpo” para ganar el sésamo olímpico

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El francés Kevin Mayer, durante el campeonato mundial de atletismo, el 5 de agosto de 2023 en Budapest. KIRILL KUDRYAVTSEV / AFP

Siempre es esclarecedor escuchar acerca de los músculos de personas que los tienen. Kevin Mayer, por ejemplo. Antes de salir a la pista, en el Campeonato de Europa de atletismo, en Roma, el lunes 10 y el martes 11 de junio, el decatleta francés habló de lo que sin duda mejor sabe de sí mismo: sus músculos, por tanto. Hasta el punto de preguntarnos si no estaríamos en una clase de anatomía intentando identificar bíceps y cuádriceps, aductores e isquiotibiales. Y preguntarse si se trataba realmente de un deportista de 32 años y no de un venerable mandarín de los hospitales de París que también enseñaba conocimientos. Sobre todo, nos dimos cuenta, una vez más, de que completar diez pruebas en dos días es tanto un viaje interior como una competición.

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De músculos, de sus músculos, habla con conocimiento, Kevin Mayer: los tiene en abundancia, y de todo tipo. Conocidos e insospechados, complementarios y contradictorios, desarrollados a lo largo de pruebas tan diferentes como los saltos o los 1.500 m, los lanzamientos o los 100 m. Es su fuerza y ​​es su debilidad, sus músculos.

Esto es lo que le permitió ostentar el récord mundial en su disciplina (9.126 puntos, rendimiento establecido en 2018), convertirse en subcampeón olímpico por segunda vez en 2021, en Tokio, y por segunda vez campeón del mundo en Eugene. (Estados Unidos), en julio de 2022. Esto es también lo que le ha impedido, desde esa fecha, terminar cualquier competición. Cada vez tuvo que tirar la toalla a causa de una lesión muscular y, por tanto, no pudo alcanzar el mínimo (8.460 puntos) que le permitiría clasificarse para los Juegos Olímpicos de París (del 26 de julio al 11 de agosto), donde sin embargo constituye una oportunidad de una medalla francesa.

Instrumento de trabajo y herramienta de tortura.

En Roma, Kevin Mayer intentará sobre todo llegar al final de los diez talleres sin problemas físicos. Y espero conseguir tu pase para los Juegos Olímpicos. “En mi cabeza, esta es mi última oportunidad”, asegura, aunque, en teoría, todavía no es así. Su actual forma física le da margen para alcanzar estos fatídicos 8.460 puntos. “Tengo un colchón. Con mi cuerpo hoy los mínimos no son un problema», promete. Entonces, a menos que haya una lesión. Literalmente: hacer o deshacer.

Más que a sus adversarios, el deportista vigilará primero su instrumento de trabajo y, en cierto modo, su herramienta de tortura. “El problema de los decatletas es su físico”lo sabe este especialista. “Ahí está bien”, él dice. Sus isquiotibiales parecen recuperados. Sus molestias en la cadera derecha han desaparecido.

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