Los archivos franceses del Servicio de Documentación Exterior y Contraespionaje (SDECE) revelan un explosivo documento oficial sobre la posición de Argelia sobre el llamado Sáhara Occidental, en la Conferencia de Addis Abeba, organizada por la Organización de la Unidad Africana (OUA), predecesora de la la Unión Africana. Este documento está fechado en 1966, un período crucial para Argelia, cuatro años después de su independencia en 1962 y mucho antes de la creación del Polisario en 1973.
Como es habitual, la diplomacia argelina está activa en los pasillos de la OUA para influir en la opinión africana antes de su intervención. Durante la reunión preparatoria de Ministros de Asuntos Exteriores, la delegación argelina decidirá centrar su discurso en la defensa de los intereses económicos de Argelia, buscando al mismo tiempo dañar la integridad territorial de Marruecos. Su objetivo declarado: impedir que Marruecos restablezca su corredor saharaui-africano, estratégico para la región.
Antes de la celebración de la conferencia, España y Estados Unidos coincidieron en la necesidad de ayudar a Marruecos a recuperar sus territorios saharianos. Aunque España propuso oficialmente un referéndum sobre la autodeterminación, ya en 1966 parecía inclinarse a favor de Marruecos. En este contexto, Mauritania y Argelia, consideradas partes interesadas, fueron invitadas a participar en reuniones de trabajo sobre esta cuestión.
En Addis Abeba, Marruecos tenía la intención de presentar un proyecto de resolución exigiendo que España le devolviera los territorios saharianos, sin condiciones previas. Mohamed Cherkaoui, diplomático encargado de los asuntos marroquíes en la OUA, defendería la causa nacional, apoyada por Estados Unidos y, inicialmente, por la propia España.
Este contexto pone de relieve los complejos juegos diplomáticos de la época, donde las cuestiones saharauis adquirieron una dimensión internacional, involucrando a potencias mundiales y actores regionales en torno a la cuestión de la descolonización y la soberanía territorial.
Argelia reclama a la OUA “su” acceso al Atlántico, y que el Sáhara sigue siendo definitivamente “español”
Ese día, tras el discurso del delegado marroquí, Argelia tomó la palabra, realizando declaraciones sorprendentes, informó la SDECE. El documento, del cual le360 obtenido en exclusiva, revela las nuevas ambiciones argelinas en relación con el llamado Sáhara “Occidental”, en particular Oued-Ed-Dahab (Río de Oro) y Seguiet el-Hamra. Esto marca un cambio significativo después de años de compromiso bajo el presidente Ahmed Ben Bella (1963-1965), quien adoptó una postura más moderada hacia las demandas marroquíes. En 1965, Ben Bella fue derrocado por un golpe de Estado liderado por Houari Boumediene, decidido a oponerse a las aspiraciones marroquíes y a redefinir la estrategia geopolítica de Argel en el continente.
Durante esta sesión de la OUA en 1966, Argelia reveló su nueva postura. El representante de Argelia hizo dos declaraciones contundentes, cuyo impacto todavía resuena hoy. Estas declaraciones anunciaron no sólo una oposición más firme a las demandas marroquíes, sino también una clara voluntad de erigirse en un actor clave en la cuestión saharaui, rompiendo con la política de compromiso de la era Ben Bella. Este punto de inflexión marcó el comienzo de una nueva era de tensiones entre Marruecos y Argelia en torno a la soberanía del Sahara.
1-En primer lugar, Argelia afirma oficialmente que Oued-Ed-Dahab (Río de Oro) y Seguiet el-Hamra siguen siendo españolas. Él es “Es ilusorio conceder la independencia a un territorio cuya población sólo alcanza los 50.000 habitantes.”, agregando que “Argelia no podía ignorar el destino del Sáhara español».
En otras palabras, en 1966, la estrategia argelina para contrarrestar la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental consistió en apoyar la presencia colonial de España en la región. En lugar de abogar por una descolonización inmediata a favor de Marruecos, Argelia prefirió mantener la administración española, con la esperanza de prolongar el status quo y debilitar las demandas marroquíes.
2-A continuación, Argelia reclama el acceso al Océano Atlántico. Esta apertura al Atlántico permitiría a Argel desarrollar intercambios marítimos comerciales, no sólo con el África subsahariana, sino también con América Latina, abriendo así nuevas perspectivas económicas que le permitirían abrir su vasto territorio desértico: “Argelia necesita una apertura al Atlántico», afirmó el representante de Argel ante la OUA, exponiendo las nuevas ambiciones de Houari Boumediene en la región.
Esta doble postura –mantener la influencia española sobre el Sahara y buscar acceso al Océano Atlántico– reveló las ambiciones geopolíticas más amplias de Argelia, que buscaba extender su influencia regional mientras debilitaba a Marruecos en la escena. diplomático.
Acceso al Atlántico: una prioridad estratégica
Para Argelia, obtener acceso al Océano Atlántico representaba una cuestión de supervivencia económica y geopolítica. El país, a pesar de su vasta extensión, sigue sin salida al mar al este con Túnez y Libia, al norte con el mar Mediterráneo y al oeste con Marruecos. El deseo de llegar al Atlántico se basó en varias consideraciones. Por un lado, esto permitiría a Argelia facilitar el desarrollo de infraestructura comercial, en particular rutas marítimas hacia un comercio más global. Por otro lado, este acceso habría reforzado la posición de Argel como actor clave en el comercio regional, capaz de competir con Marruecos, que ya controlaba puertos estratégicos a lo largo del Atlántico.
Mantener el Sahara bajo control español: un cálculo político
Al mismo tiempo, Argelia hizo campaña para que el Sáhara Occidental permaneciera bajo control español. Esta posición era claramente distinta de la de Marruecos, que abogó por la restitución de este territorio históricamente suyo. Este apoyo a la presencia colonial española no fue sólo una cuestión de mantener el status quo, sino también una estrategia para debilitar a Marruecos. Al bloquear la expansión marroquí hacia el sur, Argelia buscó frustrar la creciente influencia de Marruecos en la región del Sahara y limitar sus ambiciones de recrear un corredor saharaui-africano.
La alianza tácita entre Argelia y España representó un claro intento de frenar la descolonización en el Sahara, con la esperanza de explotar la situación para crear divisiones y establecer influencia en la región. Al apoyar la colonización española, Argelia esperaba ganar tiempo, mientras esperaba reorganizar sus propias fuerzas e impulsar una posible solución que le fuera más favorable a largo plazo.
La alianza argelino-española y la Conferencia de Addis Abeba
En este contexto, Argelia estableció una alianza estratégica con España, jugando todas sus cartas para debilitar la posición marroquí. Esta maniobra se intensificó en particular después de que Marruecos se negara a ceder a las exigencias españolas relativas a la exportación de plomo y a la revisión de los precios de venta. La cuestión económica se convirtió en una palanca para Argelia, que aprovechó las tensiones entre Marruecos y España.
Durante la conferencia de Addis Abeba, España dio un giro inesperado, alejándose de su acuerdo inicial, firmado unos días antes con Estados Unidos, que preveía devolver a Marruecos todas las tierras saharianas ocupadas. Este cambio de alianza tomó por sorpresa a las autoridades marroquíes, que rápidamente se dieron cuenta de que se estaba formando una coalición contra sus intereses que agrupaba a España, Argelia y Mauritania.
Este reposicionamiento estratégico de España, apoyado por Argelia, puso de relieve el alcance de las alianzas geopolíticas destinadas a impedir que Marruecos recupere sus territorios saharianos. También anunció una fase de crecientes tensiones en torno a la cuestión del Sahara, exacerbadas por los intereses divergentes de las potencias regionales que aún persisten.