A pesar de las turbulencias recientes y futuras, existen grandes oportunidades en Francia, ya sea a través de los mercados de bonos o de acciones, o a través de estructuras vinculadas a ellos.
Después de haber hecho sonar la alarma en junio, Moody’s acaba de rebajar un nivel la calificación soberana de Francia, hasta Aa3. La agencia cree que el actual embrollo político impedirá la consolidación de las finanzas públicas necesaria para la reducción de la deuda. Sin embargo, a pesar de las turbulencias recientes y futuras, existen grandes oportunidades en Francia, ya sea a través de los mercados de bonos o de acciones, o a través de estructuras vinculadas a ellos.
Desde la disolución de la Asamblea Nacional el 9 de junio, Francia ha sido motivo de preocupación para los inversores. Las elecciones legislativas resultantes crearon una situación sin precedentes de estancamiento parlamentario, en la que se enfrentan tres grupos: la extrema derecha, los partidos de centro, así como la coalición que reúne a la izquierda, la extrema izquierda y los ecologistas. Para intentar encontrar compromisos y votar sobre un presupuesto creíble para 2025, el presidente francés nombró Primer Ministro a Michel Barnier. Proveniente de la derecha moderada, ciertamente una minoría, era uno de los pocos que podía aspirar a obtener una mayoría de apoyo en la cámara. Fue un fracaso. El 4 de diciembre, su gobierno fue derrocado por una moción de censura, hundiendo una vez más a Francia en un callejón sin salida político y a los inversores en una nueva fase de incertidumbre.
Durante sus últimas intervenciones públicas, Emmanuel Macron expresó su deseo de ejercer su mandato hasta 2027, rechazando los llamamientos implícitos a la dimisión. Nombró un nuevo Primer Ministro: François Bayrou, una figura política experimentada y socio histórico de Emmanuel Macro. Ex ministro y ex candidato presidencial, es reconocido por su capacidad para navegar en las turbulentas aguas de la política francesa y por su papel como árbitro entre diferentes fuerzas políticas. Sin embargo, su tarea promete ser difícil. No sólo tendrá que superar las profundas fracturas dentro del parlamento, sino también evitar una nueva moción de censura, mientras se esfuerza por estabilizar las finanzas públicas.
Los temores de los inversores no están relacionados con el campo político del jefe de gobierno o de los parlamentarios, sino fundamentalmente con el futuro presupuestario de Francia, las calificaciones de las agencias y los tipos del impuesto de sociedades. Dudan en exponerse más a Francia, mientras que la mayoría de los demás países de la eurozona ofrecen una estabilidad política más atractiva. Sin embargo, aunque han mostrado un mayor nerviosismo en las últimas semanas, los bonistas no han sucumbido al pánico. El diferencial entre los bonos franceses y alemanes a 10 años alcanzó recientemente los 88 puntos básicos, un récord desde la crisis de deuda europea de 2012.
Gráfico 1 – La crisis política ya ha costado caro a las acciones francesas
El principal índice bursátil francés, el CAC 40, también mostró signos de debilidad, con un rendimiento inferior al de las acciones europeas en un 14 % (véase gráfico 1). Probablemente las preocupaciones no hayan terminado. Para los inversores a corto plazo y para aquellos que tienen una fuerte aversión al riesgo, una reasignación de activos hacia la renta variable francesa es sin duda todavía prematura. Sólo aquellos que aprecian las situaciones difíciles y que tienen un horizonte temporal suficientemente largo buscarán exposición a las empresas francesas ahora, creyendo que es en la incertidumbre donde se hacen los mejores negocios.
Para que todos estén de acuerdo, conviene examinar la evolución individual de las acciones francesas. Entre las 40 principales acciones cotizadas, sólo cinco de ellas vieron su precio superar a su disolución y progresar regularmente durante los últimos siete meses (ver Gráfico 2). Se trata de Essilor, Danone, Schneider, pero también Sanofi y Safran. Estas empresas se ven poco afectadas por la situación política y fiscal de Francia. Cada uno de ellos, por razones particulares, pero también por su baja exposición al crecimiento francés, están capeando la tormenta actual.
Gráfico 2: No todas las empresas que cotizan en Francia han obtenido resultados inferiores en los últimos siete meses
En cuanto a las empresas que más sufrieron, como Stellantis, Edenred, Kering y Bouygues, deberían estar entre las que se recuperarán significativamente una vez que pase la tormenta. En esta segunda fase, que llegará más tarde, los bancos, los servicios comunitarios y las empresas industriales superarán al CAC 40, que crecerá más rápido que su homólogo europeo. Entonces, aunque generaron una importante agitación inicial, los acontecimientos políticos podrían en última instancia resultar ser una oportunidad para los inversores inteligentes.