Como una escena de una película, o de una buena serie de Netflix. El martes, alrededor de las 6:30 horas, Chloé* y sus hijas sienten que se respira una atmósfera insólita en su residencia, situada en un tranquilo barrio de Howald, en el municipio de Hesperange. Surgen “ruidos extraños” y, veinte minutos después, un vecino les alerta de una fuerte presencia policial.
En este caso, todo el sector está acordonado con la movilización de una treintena de policías, incluidos algunos de unidades especiales. Rápidamente se identifica el objetivo, un apartamento ocupado por al menos dos personas “muy discretas” de la “Ceinture des Rosiers”, una zona residencial situada muy cerca de la carretera de Thionville.
¿Demasiado discreto? Ésta es la pregunta que se hacen los vecinos: “Nos preguntamos quién vive a nuestro alrededor. Estas personas suelen estar ausentes. Puede que sean una pareja, pero nadie los conoce realmente. Esto plantea interrogantes en un lugar donde todavía hay vida de barrio”, preguntan Chloé y sus vecinos.
Otra pregunta los atormenta. ¿Qué les pasa exactamente a estas personas que la policía aparece a primera hora de la mañana y derriba la puerta de entrada? Solicitada inicialmente, la Fiscalía de Luxemburgo indica a Lo esencial que la búsqueda se llevó a cabo “como parte de una decisión de investigación europea” emanada del tribunal de Sarreguemines, en Francia.
“Un caso relacionado con el tráfico de drogas establecido en Mosela-Este”, nos revelaron posteriormente las autoridades judiciales francesas: “Se trata de un desarrollo relativamente periférico de una investigación en curso”, especifica Olivier Glady, fiscal de la República en Sarreguemines. Y que no permitió ningún avance decisivo en esta investigación. Por tanto, no se realizaron arrestos ni “descubrimientos importantes”.
Tres horas después del inicio de la operación, toda la policía había abandonado el lugar, dejando a los residentes con sus preguntas. “Pero la situación se gestionó bien”, concluye Chloé.
*El nombre ha sido cambiado.
