Catherine, una pasajera británica, tuvo que pagar recientemente un elevado recargo para poder embarcar su maleta en un vuelo de Ryanair, a pesar de respetar las dimensiones de equipaje permitidas. “Es tan absurdo que resulta increíble”, comentó a los medios británicos.
Catherine Warrilow, de 45 años, viajaba del aeropuerto de Stansted a Sevilla el 22 de octubre cuando, al llegar a la puerta de embarque, un funcionario del aeropuerto le pidió que comprobara el tamaño de su maleta colocándola en las taquillas habilitadas para ello. Esta prueba permite comprobar si una pieza de equipaje es compatible con el compartimento de cabina del avión. En TikTok, Catherine dice que su maleta entró al casillero sin ningún problema. “Lo puse en el portaequipajes y encajó perfectamente. Pero cuando solté el asa, la maleta se inclinó ligeramente hacia adelante porque el fondo no estaba completamente estable”, explica. El agente respondió entonces: “Lo siento, pero no puedes embarcar con esta maleta”.
El problema podría provenir de una cremallera que permite agrandar ligeramente la maleta. Aunque estaba cerrada, y la maleta podría haber cabido en el casillero, el agente estimó que podría superar las dimensiones autorizadas en caso de ser necesario. Esto habría requerido comprimirlo para ajustarlo.
Ante este dilema, Catherine tuvo que elegir entre pagar más o abandonar su maleta. “Desconcertada y frustrada”, pagó 75 libras (unos 90 euros) para poder quitárselo. Cuando regresó a casa, también pagó 35 libras adicionales (42 euros) para recoger su equipaje. “Esta cultura de costes adicionales en la que operamos se está volviendo absurda”, lamenta. “El problema es que las reglas son vagas. Si me hubiera puesto en contacto con Ryanair para comprobar las dimensiones, habrían dicho que mi maleta estaba a la altura. Trabajo en el sector de viajes, lo conozco bien, pero me preocupa que todo esto haga que viajar sea más estresante para la gente”, añade el británico.
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Después de compartir su experiencia en BBC Radio 2 y enviar un correo electrónico de queja, Ryanair acabó reembolsando los gastos de Catherine “como un gesto de buena voluntad”. Sin embargo, la empresa sostiene que los costes iniciales estaban justificados.