Agnès Jaoui, en busca de la infancia perdida – Mi Blog

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El sentimiento de haber sido “marcada con el hierro candente de la sexualización”: en “El tamaño de nuestros pechos”, su primer libro, Agnès Jaoui redescubre a la niña que fue para contar cómo la aparición de sus pechos la enfrentó, muy y demasiado pronto, al deseo de los hombres.

“Es muy extraño que algo crezca en tu cuerpo y te haga entrar en el mundo de los adultos a pesar de ti mismo. Es como poner una sábana roja en una plaza de toros”, observa en una entrevista con la AFP este gran explorador del alma humana delante y detrás de la cámara.

Agnès Jaoui vivió esta “explosión” cuando tenía 10 u 11 años, cuando “una de sus cosas favoritas era enamorarse” y sin estar preparada para ello. “Somos niños todavía, no entendemos el deseo cuando lo sentimos, no entendemos el deseo cuando lo despertamos”, afirma la cineasta y guionista.

En aquella época, vivió un “desarraigo”. Su familia judía, de origen tunecino, se había mudado al centro histórico de París desde Sarcelles, una ciudad popular de las afueras de París, donde abandonó con el corazón apesadumbrado “las calles sin pasado”. “Lloré porque nunca me gustó dejar nada, ni siquiera el infierno por el paraíso”, escribió.

A este cambio geográfico se añade otro, anatómico: “Mis pechos crecieron demasiado pronto”, resume en este libro publicado el miércoles (ed. Grasset) e ilustrado por Cécile Partouche, su amiga de toda la vida con la que vivió este “punto de inflexión”.

“Es un tema que casi nunca se ha abordado, a diferencia del tamaño de los genitales masculinos y la competencia para ver quién puede orinar más lejos”, enfatiza la mujer con 7 César.

De repente, la mirada de los hombres cambia y la transforma en presa. En su libro, Agnès Jaoui lo resume con palabras sencillas, casi infantiles, pero escalofriantes: “Nunca me habían cortejado, mirado, coqueteado, manoseado, maltratado tanto como entre los 10 y los 13 años”.

– Un “secreto” –

A los 11 años, durante unas vacaciones en Israel, uno de sus tíos la llevó detrás de su casa “para desnudarla y hacerle todo lo que pudiera”. “No le dije que no (…) pero no me gustó nada”.

Como “para tantos otros”, escribe, este “secreto” pesa toneladas y Agnès Jaoui habrá esperado este libro para intentar liberarse de él.

“Hay un dolor que no sabemos qué hacer porque duele demasiado y porque nadie quiere escucharlo”, dice, comparando este muro de silencio con el que enfrentan los sobrevivientes del Holocausto.

En el momento de escribir este libro, le era imposible callar esta violación, por respeto a la niña que era, a la que se siente “muy cercana”, pero también a todos los que hoy denuncian.

“Cuando escucho: ‘¿por qué estas niñas se despiertan treinta años después?’ o ‘¿por qué regresó?’, quiero participar en la discusión y decir ‘sí, es mucho tiempo después, porque es muy complicado’”, afirma.

A punto de cumplir sesenta años, Agnès Jaoui, esta vez cantante, también se sincera en un nuevo álbum (“Attender que le soleil revienne”, Baboo Music) cuestionando el impulso que la empujó a adoptar a sus dos hijos en Brasil a finales de los años 2000. “Ella no sabía por qué/De repente este deseo hizo ley/Ella que no siguió los pasos que, para otros, eran evidentes/¿Tenía derecho a ser madre?”, canta.

“Sigo siendo modesta con respecto a mis hijos, pero quería rendirles homenaje”, explica Agnès Jaoui, que reconoce que “se pone en peligro” al cantar y se niega a dormirse en los laureles de sus César.

“No quiero convertirme en estatua”, afirma la actriz, que también protagoniza “Ma vie, ma gueule” (en cines el 18 de septiembre). “Quiero seguir viva”.

jt/mayo/cbn

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