Ginebra: el PLK impresiona y hace perder la voz al Arena

Ginebra: el PLK impresiona y hace perder la voz al Arena
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Dos horas antes del inicio del concierto ya había una multitud delante de la Arena. En la cola, un montón de jóvenes y sobre todo mujeres, con vaqueros anchos y crop tops. Fuma bocanadas de fresa y espera “crear el ambiente, hacer todas sus salchichas y, sobre todo, quitarse la camiseta”.

Es PLK, una contracción de Polak, en referencia a sus orígenes polacos. Fenómeno del rap francés a principios de año, cuenta con 5,3 millones de oyentes al mes en Spotify. Su último proyecto, “Chambre 140”, lanzado en enero, ya tiene certificado de platino, mientras que su gira se está agotando en casi todas partes. Esta tarde, en Ginebra, no estamos lejos de 8.000 personas de las aproximadamente 9.500 que tiene capacidad la Arena. Todavía quedan asientos al fondo de las gradas. El pozo está lleno. Y hirviendo.

Un oso gigantesco aparece en las pantallas, la multitud grita y los teléfonos inteligentes se levantan con el brazo extendido para captar la entrada del joven rapero de 26 años. PLK reproduce sus éxitos, recientes y antiguos, rápidamente, sin transición. El público lo sabe todo de memoria. Tanto es así que apenas nos damos cuenta cuando el rapero olvida sus líneas una o dos veces. Pero no importa, porque el espectáculo es suficiente por sí solo. El escenario sube y baja tres pisos, los efectos pirotécnicos apoyan a los coros y las proyecciones digitales son tales que cierras los ojos cuando un tiburón explota una pantalla.

Después de un karaoke sobre su dueto con Jul’ y un homenaje a su “Mamie” sobre un fondo de papel tapiz, PLK enciende a la multitud antes de invitarse a sí mismo en medio de los pogos. Es cálido, pero cariñoso. Perdemos una zapatilla, pero la encontramos. Luego vuelve al escenario, sin camiseta, para gran placer de estas damas y el espectáculo llega a su fin. No hay recordatorio, pero no importa: la cita para Paleo está prevista en julio.

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