Hacer ejercicio, gastar dinero, fumar y beber encabezan las listas de propósitos de la mayoría de las personas año tras año. Vemos más o menos las mismas resoluciones en las redes sociales que escuchamos de nuestros seres queridos, señala Emmanuelle Parent, doctora en comunicación y directora general del Centro de Inteligencia Emocional en Línea (CIEL). El matiz es que mirar las buenas resoluciones de los internautas, y en particular de los influencers, de personas con otros medios para alcanzar sus objetivos, puede tender a hacer que las personas se comparen negativamente.
“Es importante preguntarnos cómo me siento cuando estoy expuesto a estas imágenes, porque quizás no todas las resoluciones nos afectan de la misma manera”, plantea la señora Parent.
Antes podíamos compararnos con personas que conocíamos, que conocíamos o, posiblemente, con algunas celebridades a través de la prensa de celebridades, subraya el experto. Pero, desde la llegada de las redes sociales, los influencers, etc., podemos compararnos con casi todo el universo con diversas y variadas resoluciones. Pero, sobre todo, resoluciones que muchas veces no estarán al alcance de todos.
Fáciles de publicar, pero menos fáciles de conservar, las publicaciones que exponen sus buenos propósitos también son mucho más numerosas que las que muestran que los cumple. Porque existe el escaparate que son las redes sociales, explica la señora Parent. Las personas se mostrarán en línea de la mejor manera o simplemente se mostrarán porque tienen éxito social, pero de esto solo percibiremos la idea de que las personas son exigentes consigo mismas, sin ver a quienes no lo hacen, no toman buenos propósitos o fracasan en sus objetivos.
Insiste el director del CIEL. “Tenemos que preguntarnos dónde nos encontramos”. ¿Es este contenido que me inspirará, me animará a adoptar buenos hábitos? ¿O me hace tender a compararme, disminuirme, presionarme o incluso sentirme culpable?
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El profesor Richard Koestner, profesor de psicología en la Universidad McGill, confirma esta lógica y advierte: “La mayoría de las veces, estas comparaciones no son muy útiles, porque la mayor parte del tiempo hacemos una comparación negativa y sentimos que no logramos tanto como deberíamos”. las personas que publican en las redes sociales”, enfatiza. “Y creo que muchos de nosotros pensamos erróneamente que no podemos compararnos”.
En respuesta, Emmanuelle Parent afirma que debemos educarnos en las redes sociales manteniendo una mente crítica, para “armarnos contra la influencia nociva que pueden tener sobre nosotros”.
¿Apoyo o presión?
Los dos expertos aún reconocen que no debemos tirar al bebé con el agua del baño. Las redes sociales tienen el mérito de dar acceso a nuevas ideas para buenos propósitos –algunas que por nuestra cuenta no se nos habrían ocurrido-, a tutoriales o consejos que animarán a las personas a adoptar buenos hábitos, así como a una comunidad que tal vez ser capaz de proporcionar motivación adicional y una forma de apoyo.
La señora Parent nos recuerda que publicar en las redes sociales también significa exponerse. “Puede ser estresante exponerse, hacerse vulnerable ante los demás, pero también puede ser muy gratificante”.
El apoyo de una comunidad en línea puede hacer maravillas, pero también es beneficioso para ambos lados, como explica el profesor Koestner. “Mi propia investigación ha demostrado que existen dos tipos de apoyo. Lo más natural es animar e incluso intentar ayudar a la persona. (…) Esto es lo que yo llamo apoyo directivo. Pero mi investigación indica que este tipo de apoyo no ayuda mucho”. Según él, deberíamos preferir el segundo tipo de apoyo, que él llama “apoyo empático”. Esto significa que la persona se interesará y hará preguntas, pero sobre todo no será perezosa ni mezclará sus objetivos con los tuyos.
El problema es que las redes sociales abren una puerta al mundo entero respecto al primer tipo de apoyo y la comunidad puede hacerte sentir una especie de presión, cuando los trolls no te hacen sentir directamente culpable.
Elige tus batallas
Los dos expertos confirman que la clave para mantener los buenos propósitos es, sobre todo, elegirlos sabiamente. Deben corresponder a nuestros gustos personales, nuestro estilo de vida y nuestras capacidades. Y sobre todo hay que ser amable con uno mismo.
El profesor Koestner ha estudiado detenidamente nuestras buenas resoluciones. También observó que sólo una porción muy pequeña de la población se apega a sus buenos propósitos, pero que no debemos avergonzarnos de no lograrlo.
Según él, si fallamos tanto en cumplir con nuestros buenos propósitos, se debe en gran medida a que tomamos propósitos que requieren un gran cambio en nuestros hábitos y que requiere mucha autodisciplina.
Sin embargo, sostiene el psicólogo, hay pruebas sólidas que demuestran que cada uno de nosotros tiene una capacidad limitada de autodisciplina y que nuestra ajetreada vida diaria ya nos hace funcionar a nuestro máximo de capacidad. Estos nuevos objetivos que nos proponemos a principios de año nos obligan, por tanto, a encontrar una reserva de autodisciplina que no necesariamente tenemos.
“Tienes que preguntarte cómo puedes fijar tu nueva meta sin agotar todos tus recursos de autodisciplina”, explica el profesor. Por eso es muy importante elegir cuidadosamente el objetivo”. Si la resolución elegida no requiere demasiada autodisciplina y despierta un interés personal y natural, hay muchas posibilidades de que funcione.
A esto se suma el contexto, afirma el profesor Koestner. Para aquellos que, como los quebequenses, experimentan un clima especialmente duro a la hora de tomar buenas resoluciones, el contexto no juega a su favor. El frío y la nieve afectan a nuestros hábitos y a nuestras posibilidades de realizar actividades al aire libre, al tiempo que afectan a nuestra moral. Por ello, el profesor de psicología te da un consejo: retoma tus buenos propósitos desde el 1 de enero hasta el comienzo del verano. Es mucho más fácil, dice, y a menudo más relajado gracias a los días festivos y vacaciones.
Por último, una buena resolución para 2025 puede ser revisar sus suscripciones en las redes sociales e incluso prohibir ciertas palabras clave en sus noticias, concluye Parent. “Invito a las personas a actuar sobre el contenido que siguen”.