REPORTAJE – Aclamados como héroes, quienes trabajaron en la reconstrucción del edificio no necesitaron palabras para expresar su orgullo ante los treinta jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos Emmanuel Macron, que les dedicó una gran ovación el sábado por la noche.
Desafiaron el viento y la lluvia. Unas 2.500 personas, entre ellas una treintena de jefes de Estado y Donald Trump, celebraron conjuntamente el sábado por la tarde el gran regreso de Notre-Dame de París, por invitación de Emmanuel Macron y del arzobispo de París, monseñor Ulrich. Originalmente la velada se iba a desarrollar en dos etapas. Un republicano en la plaza, con el Presidente de la República. Otro, en el interior, con el despertar del gran órgano, oraciones, un magnificat y un Dios lo bendiga.
Esta secuencia, discutida larga y amargamente entre la diócesis de París y el Elíseo, quedó destrozada el día antes del acontecimiento. Por temor a una tormenta, la prefectura de París exigió que todo se desarrollara dentro del edificio. Por tanto, la gran carpa transparente que se había instalado en la plaza quedó vacía. Y fue desde un atril, situado cerca del altar, que Emmanuel Macron expresó detalladamente la « gratitud de la nación francesa », hacia todos los que trabajaron…
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