doEs un caso sorprendente el que llega, este martes 3 de diciembre, ante los jueces de Mons. El acusado es un hombre de 50 años con la constitución, apariencia y buen carácter del Sr. Limpio. Tranquilo, educado, pensativo, su perfil contrasta con los que suelen desfilar por la barra. Su historia, que le lleva a responder por seis robos en Bias, es igualmente sorprendente.
Situado a la edad de 2 años y medio, este niño parisino no tiene nada. Sin seres queridos, sin nombres. Terminamos dándole el de su familia anfitriona. Obtuvo su bachillerato a los 18 años, se convirtió en repartidor antes de ingresar en el ejército en 1993. Siete meses después, desertó. A partir de ahí, sigue entrando y saliendo de prisión. “Era una rueda dentada. Nunca me he ‘relacionado’ con nadie. Nunca me uní a la sociedad”, dice.
El robo es una parte integral de su estilo de vida. Hasta su fuga, durante un permiso, durante el cual huyó a España. La serie de robos que allí cometió le llevaron a pasar un total de dieciocho años tras las rejas. “La prisión era su hogar”, resume Virginie Deyts, su abogada. El único rayo de esperanza en este oscuro panorama: su hijo de 4 años, nacido en una sala de visitas, que “le hace cambiar de mentalidad”.
permanecer en prision
“El martes 22 de octubre tenía que almorzar con él”, relata el hombre con naturalidad, pero visiblemente con el corazón apesadumbrado. Alrededor de las 7 de la mañana, tres agentes de policía me llevaron al tribunal, que registró mi expulsión. » En la hora siguiente se encontró en Francia, con prohibición de regresar a España durante ocho años.
“No entiendo”, argumenta sin énfasis. Me quedaban dos años por delante. Me estaba preparando para mi libertad condicional. Tenía un trabajo. Quería terminar mi frase allí para empezar una nueva vida. » Indigente, en la más absoluta precariedad, deambula por Hendaya. Sin papeles, ni tarjeta de la Seguridad Social ni siquiera lo suficiente para vivir. “Al no estar referenciado en ningún lado, camina para no morirse de frío. En Bias cae del cansancio, agotado”, recuerda su consejo.
“Me quedaban dos años. Me estaba preparando para mi libertad condicional. Tenía un trabajo. Quería terminar mi frase allí”
El 29 de noviembre, la policía, alertada por presuntos robos, se encontró con este coloso calvo y de cejas claras, con una linterna en la mano. No sólo confiesa haber robado alimentos, sino que muestra su botín a la policía y lo lleva a las distintas residencias secundarias que visitó. “Allí, la casa de las pastas. Ahí, ese donde él cocina. »
Lucidez
Sus explicaciones son desconcertantemente sinceras: “Había un pico en el jardín. Rompí una ventana. No el ventanal, cuesta mucho reemplazarlo. En la casa encontré la llave de la puerta, así que cerré la persiana y entré con ella a cocinar. » Sin tocar nada más, se lleva lo más necesario: una colcha, un colchón de playa, latas de atún, una bolsa para llevarlo todo.
“Ni siquiera sabía que había una cámara dentro. Tenía pensado traerlo de vuelta (todos los artículos han sido devueltos, nota del editor)”, se disculpa antes de reconocer, lúcidamente: “Intenté hacer el menor daño posible, pero lo conseguí. » Analiza: “Sólo una pena de prisión en Francia me permitirá recibir apoyo, tener una integración duradera y una vida pacífica. » Su objetivo: “estabilizarse antes de poder encontrar [son] hijos ».
El fiscal adjunto escucha, pero reformula: “Todavía hay cuatro víctimas (ninguna ha presentado una demanda civil, nota del editor). Con 31 menciones en su expediente, incluidas 26 condenas, el acusado no puede ver la prisión como un servicio público. Su inserción depende de su voluntad. » Se requieren dos años de prisión con orden de internamiento.
un impulso
Si Me Deyts no puede “abogar legalmente el estado de necesidad”, lo invoca moralmente. “Simplemente tomó lo suficiente para sobrevivir. No pretende depender de los servicios sociales, pero necesita este impulso para adaptarse a la vida en sociedad. » Pide una pena de semilibertad.
Los jueces le dan la razón y condenan al ladrón que quiere fugarse de nuevo a dieciocho meses de prisión, seis de los cuales en suspensión de pagos. La parte agrícola se establecerá en semilibertad. Con obligación de trabajar y tomar medidas para su reintegración.