Al final de la celebración de las ordenaciones que llenó de alegría la Iglesia diocesana de Fréjus-Toulon, expresé a todos los participantes mi cercanía a los seminaristas de las Misioneras de la Divina Misericordia que aún esperan, lo que es una verdadera prueba para ellos y su comunidad. Invité a la gente a orar por ellos.
El diálogo continúa con su superior, los Dicasterios Romanos competentes (Culto Divino y Vida Consagrada), en relación con el Cardenal Aveline, nuestro arzobispo metropolitano.
El contexto es el siguiente: las normas litúrgicas actualmente vigentes especifican que existe una sola expresión de la la ley de la oración, el de los libros litúrgicos promulgados desde el Concilio Vaticano II, con una posible concesión, únicamente para el uso del antiguo misal. Para un joven sacerdote diocesano o de esta comunidad de derecho diocesano que quiera ser ordenado, esta concesión requiere ahora la autorización de Roma.
Más allá de las cuestiones litúrgicas, está en juego una conversión espiritual y pastoral que consiste en reconocer, por un lado, que la vocación es una llamada del Señor y de su Iglesia a la que el seminarista da respuesta sin poner condiciones, y por otro, que la comunidad está bien integrada en la diócesis y puede desempeñar un papel importante aquí y en otros lugares en la obra de comunión con los fieles adheridos al antiguo misal.
Reitero mi confianza en el padre Dubrule y su comunidad. Saben también que los acompaño con solicitud de obediencia y comunión con la Sede Apostólica. Cuento con la confianza de todos en la Iglesia, nuestra Madre.
Mons. Francisco Touvet
Obispo coadjutor de Fréjus-Toulon
