Esta semana, nuestro columnista Richard Dourthe (49 años, 31 partidos internacionales) rinde homenaje a Fabien Galthié, cuyas buenas decisiones, según él, han reforzado la cohesión del grupo francés. Tiene una palabra, también para Louis Bielle-Biarrey y Thomas Ramos…
No siempre he sido amable con Fabien Galthié. No siempre me gustó su forma de hacer las cosas y comunicarse. No me arrepiento de nada de lo que dije o escribí sobre este tema. Sin embargo, hoy quiero decirle bravo al seleccionador nacional. Se puso en peligro al ofrecer el puesto de abridor a Thomas Ramos cuando la vox populi le pidió que iniciara a Matthieu Jalibert, en forma olímpica o simplemente, con el Union Bordeaux-Bègles. Se puso en peligro colocando a Gaël Fickou en el banquillo, así como simplemente eliminando a Charles Ollivon y Gregory Alldritt de la planilla del partido. En el momento de hacer las cuentas, el veredicto es sin embargo unánime y da la razón al jefe deportivo de los Bleus: Ramos supo consolidarse como un gran abridor internacional, Fickou estuvo más mordaz que nunca contra Argentina cuando Ollivon, lógicamente molesto por su marginado, volvió del diablo Vauvert para firmar una última gran actuación.
¿En lenguaje sencillo? Ni privilegio ni privilegio: en unas pocas semanas, Fabien Galthié pudo recrear un grupo de Francia donde luchamos, luchamos y luchamos por nuestro lugar. También aceptó anticipar un divorcio inexorable con Jalibert para poner a la institución en el centro de todo. Porque no me hagan creer que Ramos prefiere jugar de apertura que de lateral, eso no es cierto. No me digan tampoco que Alexandre Roumat se alegra cuando entra en la jaula y no en la tercera fila. Pero piensen lo que piensen en el fondo, los jugadores obedecen los deseos del entrenador porque entienden que, en última instancia, su relativo sacrificio beneficiará al conjunto de Francia. Al fin y al cabo, cuando un equipo defiende como este XV francés lleva tres partidos, es bueno que algo potente esté sucediendo allí y que Fabien Galthié haya contribuido en gran medida a construirlo.
“LBB” es frágil, tímido
Si me lo permiten, ahora quisiera aprovechar el espacio que me queda en esta columna para destacar a dos jugadores que me marcaron mucho durante la gira de otoño: Louis Bielle-Biarrey y, aunque me digan que Estoy obsesionado, Tomás Ramos. El extremo del Gironda, en primer lugar, ha progresado espectacularmente en los últimos meses y, si todavía lo encontré un poco tierno durante el último Mundial, desde entonces ha derribado todos los prejuicios que persisten en su contra: evidentemente, el “LBB” no es ni frágil, ni tímido, ni mal defensor y, el día que Damian Penaud regrese de su convalecencia, el XV francés será mejor que nadie en el exterior. ¿Ramos? Fui goleador en un pasado lejano. Incluso todavía tengo algunos récords en mi haber, en el Top 14. Y me impacta la forma en la que tropieza Thomas Ramos: le encanta el ejercicio, se nota, se siente; Golpea las porterías como lo haría para agradecer a sus compañeros o para complacer a la gente en el estadio. Esta presión positiva le trasciende y nueve de cada diez veces la transforma en puntos. Me quito el sombrero, el artista…
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