Los Bleus aspiran a triunfar contra Argentina, esta tarde en el Stade de France, para cerrar con victoria el Tour de Otoño. Los dos equipos se reencuentran cuatro meses después de un verano dramático.
¿Brillaría también el rugby francés por su resiliencia? Quién lo hubiera creído, al final de un verano catastrófico marcado por procesos judiciales –la acusación por violación de Hugo Auradou y Oscar Jégou durante la Gira por Argentina en julio– y la muerte por ahogamiento, el 7 de agosto, del internacional sub-18. Medhi Narjissi en una playa de Sudáfrica. Pero la evidencia es absolutamente evidente (y los tímpanos): la imagen de los Bleus brilla más este otoño, con una final apoteósica prevista contra los Pumas, este viernes por la noche en el Stade de France.
La comparación entre fútbol y rugby fue el tema de conversación la semana pasada, reflejando los 16.000 espectadores del Francia-Israel (0-0) y la atmósfera de locura que rodeó el duelo contra los All Blacks (30-29). Este paralelo no tiene mucho sentido – aparte de irritar a los futbolistas – pero demuestra el vínculo visceral concedido al XV de Francia, pase lo que pase y sea cual sea la calidad del juego, siempre que haya una victoria.
Bestia negra durante quince años.
Sin embargo, desde la década de 2000, nada ha sido más incierto que una victoria contra Argentina. Entre 2002 y 2016, de quince enfrentamientos, los Pumas ganaron diez veces, incluidos dos éxitos durante el Mundial de Francia 2007, reforzado por una cruel observación para los Tricolores: al diablo con los complejos, una oda a la superación.
Así pues, el equipo de esta noche pinta bien sobre el papel, con diez caras conocidas del Top 14 (Mallia, Oviedo, Sclavi…), un Campeonato alentador (3.º puesto con victorias contra Nueva Zelanda y África del Sur) y un campeonato lleno de suspense. derrota (22-19), el 15 de noviembre, ante la formidable Irlanda. Peligro para los franceses, mientras que sus rivales compensarán el cansancio del final de temporada con un día más de recuperación.
Dupont reaviva la llama
Pero no se preocupe, le aseguró lleno de entusiasmo el seleccionador Fabien Galthié, que sólo registra una derrota en cuatro duelos: tiene una visión que va desde el VI Torneo de las Naciones hasta el próximo Mundial de Australia 2027. Y esta visión exige éxito esta tarde, so pena de perjudicar la coherencia deseada por el equipo francés con la columna vertebral de los “globalistas”.
¿Por qué molestarse cuando basta con nombrar sólo uno? El mejor, el indispensable, el salvador de la causa nacional del rugby: Antoine Dupont. La historia dejará constancia de que en un torneo olímpico victorioso con la selección francesa de 7, “Toto” reavivó simbólicamente la chispa del público y relegó los asuntos del verano a dramas individuales, sin ningún efecto en la reelección de Florian Grill al frente. de la Federación (FFR).
Desde entonces, el rugby francés ha hecho su autocrítica, incluida en una carta de buena conducta que prohíbe, en particular, el alcohol sin autorización. Claro como el cristal, como ahora quiere serlo la reputación de la federación. Galthié imagina un bis repetita en el Stade de France. “Nos sentimos (contra los negros) Mucho apoyo desde la distancia: la familia del rugby, el deporte francés, aquellos a quienes les gusta ver jugar a la selección francesa. Nos toca y para eso jugamos”.declaró el fin de semana pasado.
Respeto y comunión redescubierta
Que esta Francia-Argentina esté tocada por la misma comunión. Sin pitos, ni provocaciones, ni nada lamentable. Porque desde hace dos años y la final del Mundial perdida por los blues de Mbappé contra la Albiceleste de Messi, las relaciones entre ambas naciones están rodeadas de un clima tenso. Con, en lupa, los Juegos Olímpicos de París, en los que estos pobres deportistas argentinos fueron pitados hasta en los bancos de remo.
A esta vergonzosa observación se suma la próxima apertura del juicio de los asesinos del ex internacional argentino Martín Aramburu, asesinado a tiros en las calles de París el 19 de marzo de 2022. Que se haga justicia. Tanto en la cancha como en la cancha, garantía de un partido espectacular, emotivo y digno, como siempre han encarnado los jugadores de rugby argentino.