Ni un ruido de motor en el Maroni: normalmente una verdadera carretera para canoas, el río, que marca la frontera entre Guyana y Surinam, ha estado en calma durante semanas. La sequía que sufre la región la ha transformado en un paisaje tan acuático como mineral. En el salto de Hermina, paso difícil cerca de la ciudad de Apatou, hay que zigzaguear entre las rocas, teniendo cuidado con la corriente que corre el riesgo de volcar o estrellar las canoas contra los arrecifes.
Los piragüistas puestos a prueba
Las maniobras las realizan los piragüistas más experimentados. “Contraté a un mayor, él fue quien formó a los dos más jóvenes”, comenta Madeleine Akatia, directora de la empresa AKM, que se encarga del transporte de personas y mercancías en el Maroni.
A pesar de la destreza del piragüista, el casco golpeó varias veces, provocando sacudidas. “Por eso ya no transportamos a estudiantes de primaria”, afirma Madeleine Akatia, directora de la empresa AKM, que se encarga del transporte de personas y mercancías en el Maroni.
La situación se prolonga desde principios de octubre. No quiere correr el riesgo de que los niños den este salto, la mayoría de ellos menores de 10 años. Por otro lado, la línea que transporta a estudiantes de secundaria aún funciona. “Pero los niños bajan, cruzan el salto a pie y luego vuelven a la canoa”.
“Han pasado años desde que vimos eso”
Aguas arriba del salto de Hermina hay varios kampoe, viviendas reunidas alejadas del pueblo. Los niños que viven allí dependen de las canoas para llegar a la escuela. Junto con los aviones y los helicópteros, las canoas son uno de los medios para garantizar la comunicación con las comunidades situadas aguas arriba de Apatou. Sus miles de habitantes dependen en gran medida del río para recibir mercancías.
Semejante sequía, “hace años que no la veíamos”, suspira Madeleine Akatia, que recuerda lejanos un año “en el que pudimos cruzar el Maroni a pie”. El fenómeno afecta “a toda Guyana y a la cuenca del Amazonas”, explica Emily Perquin, de Météo France. El territorio ha experimentado un déficit de lluvias que se prolonga desde hace 18 meses.
Niños privados de escuela
En el colegio Ma Aiyé, en Apatou, la dirección ha adaptado los horarios, ya que los viajes en canoa se han alargado en la parte que los estudiantes deben recorrer a pie.
Desde principios de noviembre, la situación ha empeorado: “las canoas llegan tarde”, lamenta el director de la escuela, que pidió a los profesores que adaptaran sus clases. “Dos semanas antes de las vacaciones escolares (el día de Todos los Santos), unos quince alumnos ya no estaban presentes”, afirma Emmanuelle Saroul, directora de la escuela primaria Lambert Amayota, que cuenta con 256 alumnos.
Entonces las familias se organizan. Algunos se mudaron fuera del kampoe, otros confiaron a sus hijos a personas que vivían en la ciudad. En todos los establecimientos de la ciudad, “una cincuentena de escolares ya no pueden ir a la escuela”, explica el alcalde, Moïse Edwin.
Preocupaciones por el agua potable y el transporte de alimentos
El concejal también está preocupado por el suministro de agua potable: “Intentamos cargar las canoas lo menos posible, pero si el nivel del Maroni sigue bajando, tendremos que contactar con los servicios estatales para ver cómo podemos transportarlo. en avión.”
En toda Guyana, ocho líneas fluviales de transporte escolar ya han sido interrumpidas, según el prefecto, Antoine Poussier. También vigila el transporte de alimentos. La aerolínea local Guyane Fly y las fuerzas armadas se movilizan para transportar agua y alimentos a comunidades sin carreteras.
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