Marine Baudoin, de 34 años, musher en Bois d’Amont (Jura), lucha por encontrar un nuevo hogar y salvar a su manada de 28 huskies. Si bien su casa está a punto de venderse, espera encontrar un nuevo lugar donde continuar con su pasión y mantener vivo su negocio.
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Marine Baudoin tiene 34 años. Desde hace ocho años, con su manada de 28 perros esquimales, vive en Bois d’Amont (Jura). Pero hoy, el musheuse (persona que conduce un trineo tirado por perros) se enfrenta a una situación que hubiera preferido no vivir nunca. Dentro de diez meses ya no tendrá techo sobre su cabeza, su contrato de arrendamiento expirará y la propiedad estará a la venta. Si bien el espacio es ideal, financieramente está fuera del presupuesto de Marine. A pesar de sus búsquedas nada funciona, la joven todavía no ha encontrado el zapato adecuado para ella.
Sin embargo, por nada del mundo no quiere abandonar la estación. “Si dejo el Jura, pierdo todo lo que tengoargumenta con un nudo en la garganta. Es la historia de toda una vida.”. Marine regresa al comienzo de esta historia. Hace 23 años, su padre cedió y le regaló su primer husky. Luego el segundo. A los 17 años tiene 12 perros. “23 años de pasión, para estar estancados hoy.”, se lamenta.
Hoy, después de haber analizado todas las posibilidades, todavía espera encontrar una parcela agrícola de 3.000 a 5.000 m², virgen o con una construcción antigua, pero en cualquier caso con acceso a agua y electricidad. Todo ello a al menos cien metros de las viviendas y en un radio de unos quince kilómetros desde la estación. En medio de esta angustia, la musheuse aún encuentra esperanza y se niega a darse por vencida. “Tengo un negocio sostenible, una cría sostenible… Quiero fingir que estoy en casa. Estar en la calle con 30 perros es impensable”.
Marine es consciente de que su profesión y su manada todavía sufren la mala imagen que les dejaron los primeros mushers. “Sin embargo, el Jura es una región pionera en el turismo de trineos tirados por perros, pero pagamos el precio de los mushers que no acertaron”, insiste. Pero ella le asegura que Marine nunca ha tenido ningún problema. “Una jauría de huskies no es una jauría de perros de caza que se pasan el día ladrando. No hace ningún ruido y no tengo ningún problema vecinal. Si las cosas no hubieran ido bien con mis vecinos, no habría vivido aquí ocho años.”.
En esta situación, Marine piensa también en quienes no la han defraudado desde sus inicios. Entre sus clientes, aquellos que la han apoyado desde sus prácticas, hace 14 años. “Si tuviera que irme, dejar a esta clientela que no me dejó ir… Me cabrea. Y si decido no soltarlo todo es también porque están ahí. No puedo decepcionarlos”. En esta difícil situación que espera que sea temporal, Marine no puede evitar pensar en algunos de sus compañeros y plantear las dificultades que encuentran los mushers.
Para celebrar el décimo aniversario de su negocio, Marine espera de todo corazón encontrar un alojamiento que la acomode a ella y a su manada y le permita continuar su actividad.