Se jubila el último trabajador de un comedor móvil en Saguenay

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Daniel Simard se jubila con alegría, tranquilidad y orgullo por el deber cumplido. Eso sí, es consciente de que mucha gente le echará de menos, él que ya luchaba por cubrir la demanda. También ha tenido que rechazar a varios clientes en los últimos años porque era el único trabajador del comedor de la zona y no tenía tiempo en su correr para venir a verlos. Trabajaba 50 horas a la semana y podía hacer hasta 45 turnos al día.

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Daniel Simard recorre Talbot Boulevard desde hace 35 años con su cantimplora móvil. (Sophie Lavoie/Le Cotidiano)

“Cuando no has almorzado y pasa el comedor, es un servicio que quieres o no quieres, cuando lo has probado, es muy útil. Hay quienes seguramente se aburrirán, afirmó el trabajador de un comedor de 65 años en una entrevista con el periódico Diario, Martes. La gente no necesariamente tiene tiempo para ir a restaurantes”.

Hoy, él y su compañera Lise Blackburn, que le ayuda en la cocina, creen que ha llegado el momento, después de pasar media vida en la cantina, de dejar el delantal.

“No me doy cuenta todavía. Al principio probablemente te sentirás como si estuvieras de vacaciones. Vamos a disfrutar un poco de la vida, podremos ir a ver más a menudo a nuestros hijos y a nuestros nietos y disfrutarla mientras estemos sanos”, afirma Daniel Simard.

“Y con el cheque de pensión y el plan de pensiones trabajamos un poco para nada”, añade Lise Blackburn, a quien Daniel apoda cariñosamente “sus dos brazos”, ya que su viaje no habría sido el mismo sin su ayuda.

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Esta foto fue publicada en el grupo de Facebook de la familia con la leyenda: Contando los días… hay que aprovecharlos al máximo. Ya no habrá comedor. (Annie Roberge/Lise Blackburn)

Disfrutarlo es también lo que pretenden hacer los nietos del matrimonio, antes de que se cierre del todo el telón y los deliciosos bocadillos y otras delicias queden relegados a la alacena.

Una profesión en declive

Antes de embarcarse en la aventura, Daniel Simard trabajó para una empresa de transporte, Clarke Transport, que desde entonces cerró. Originalmente se suponía que la cantina sería su fondo de jubilación, pero terminó siendo el trabajo de su vida.

Todo empezó cuando conoció a su antiguo vecino de enfrente, Rémi Lavoie, que dirige Cantines Québec, una corporación de trabajadores de comedores móviles. Luego ejerció de distribuidor y suministró a los trabajadores del comedor todos los productos necesarios para su negocio. También disponía de garajes para guardar cantimploras.

Cuando Daniel empezó a funcionar en 1989, los trabajadores del comedor eran más numerosos que en la actualidad y cada uno cubría un sector bien definido. “Había dos en el bulevar Talbot, dos en el bulevar Saint-Paul, uno en Chicoutimi-Nord, tres en Jonquière y uno en La Baie”, recuerda. En ese momento, el mercado de cantinas gozaba de buena salud.

>>>Daniel Simard fue el primero en innovar y trabajar con un remolque, mientras que los demás operadores de cantinas tenían su cantimplora directamente integrada en el camión.>>>

Daniel Simard fue el primero en innovar y trabajar con un remolque, mientras que los demás operadores de cantinas tenían su cantimplora directamente integrada en el camión. (Sophie Lavoie/Le Cotidiano)

Daniel Simard ha sido propietario de casi ocho comedores a lo largo de su carrera. También fue el primero en innovar y trabajar con remolque, mientras que los demás operadores de cantinas tenían su cantimplora directamente integrada en el camión.

Pero cuando Rémi Lavoie, que posteriormente fundó Deliwok, perdió sus contratos de entrega y distribución en los años 2000, los comedores no le resultaron lo suficientemente rentables y decidió cerrar la empresa. Aquí fue donde se produjo el desorden y la profesión, poco a poco, empezó a decaer en la región y a interesar a menos gente.

“Mario Otis, que fue el penúltimo camarero antes que yo, en el Boulevard Saint-Paul, no pudo vender su correr”dice para ilustrar el desinterés por esta profesión.

Siendo el último operador de comedor en Saguenay, Daniel logró captar cuatro o cinco clientes más, pero le faltó tiempo para visitar más, para gran consternación de varios empresarios.

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(Sophie Lavoie/Le Cotidiano)

Demasiadas limitaciones

Si la experiencia en cantinas desaparece del paisaje de Saguenay al mismo tiempo que él, es porque, según él, las limitaciones son demasiado numerosas para que nuevos profesionales se interesen en lanzarse a la aventura.

“En la época de Rémi, las cantimploras no eran difíciles de vender. Pero ahora necesitas un garaje para tu comedor, un lugar para cocinar, una nevera, una estufa, etc. Y luego te designan como trabajador autónomo, entonces no puedes estar enfermo, y tienes que ser ingenioso y versátil, tienes que saber hacer de todo, mecánica, electricidad. Un hombre solo no puede hacerlo. Hoy en día, nunca sabes cuánto vas a tener en tus bolsillos”.

— Daniel Simard

Señala también que, en aquella época, había menos normas en materia de restauración, en particular la adición de valores nutricionales a los productos, o permisos emitidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de Quebec (MAPAQ). Para sortear estas nuevas medidas, la pareja de futuros jubilados incluso pensó en recurrir a un servicio de catering para que les preparara el almuerzo.

>>>Los trabajadores ya no podrán disfrutar de las deliciosas comidas del comedor a partir del viernes.>>>

Los trabajadores ya no podrán disfrutar de las deliciosas comidas del comedor a partir del viernes. (Sophie Lavoie/Le Cotidiano)

“Pero nuestros clientes nos dijeron que si trabajáramos con un proveedor de catering, ya no nos seguirían, porque inevitablemente les costaría más”, explica Daniel Simard.

Por eso decidieron instalar una sala de cocina al lado de su garaje para preparar sus propias comidas y respetar las normas MAPAQ.

Desgraciadamente, Daniel no tiene sucesor que pueda hacerse cargo, su comedor ya no funcionará y los trabajadores tendrán que ir a buscar sus sándwiches, muffins ingleses, ensaladas de macarrones, hot dogs, hamburguesas con queso y otros croissants de desayuno en otros lugares. Es el fin de una era en Saguenay.

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