Artemisa era deseada por Donald J. Trump, entonces el 45º presidente de los Estados Unidos de América. Como programa espacial tripulado, su objetivo es llevar al hombre de regreso a la Luna y debe constituir un paso antes de llegar a Marte, objetivo final simbolizado por la trayectoria roja en el logo de Artemisa.
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Sin embargo, ir a nuestro satélite natural requiere un lanzador superpesado, como lo fue en su momento el legendario Saturn V, que sigue siendo hoy el cohete más potente que ha transportado una tripulación. Por supuesto, Super Heavy y Starship de SpaceX lo superan, pero aún se encuentran en la etapa de prototipo.
A partir de 2011, la NASA desarrolló un nuevo lanzador superpesado, el SLS (Space Launch System), elemento central del programa Artemis. Su primer lanzamiento en 2022 fue objeto de numerosos aplazamientos, en particular debido a filtraciones en sus propulsores. Al final todo salió bien, pero algunas personas no apreciaron el costo del programa. En efecto, la fabricación de una unidad de este lanzador, en su versión más ligera, denominada Block I, asciende a 2,2 mil millones de dólares, siendo el coste de un lanzamiento de hasta 4 mil millones. Un poco caro, eso sí…
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Recordemos que el equipo Artemis II ya ha sido seleccionado y lleva un tiempo entrenándose para una repetición de la misión Apolo 8, es decir el viaje de la Tierra a la Luna, pero sin aterrizar en su superficie.
¿Donald Trump y Elon Musk reorganizarán las cartas?
El pasado mes de octubre, SpaceX con su lanzador Super Heavy + Starship realizó una maniobra nunca antes vista (alcanzar la torre Mechazilla) y asombró al mundo entero. La empresa aeroespacial privada de Elon Musk tiene todos los ingredientes para un futuro muy grande en la conquista espacial. Por supuesto, el Starship todavía está lejos de poder transportar una tripulación, pero esa es su razón de existir.
Luego, en noviembre, la elección de Donald Trump y el nombramiento de Elon Musk como jefe de un departamento encargado de evaluar los gastos de las agencias federales dirigieron la atención hacia la NASA. El magnate del azufre, también jefe de Tesla, anuncia que quiere ahorrar al contribuyente americano 3 billones de dólares. Comienzan los rumores, primero sobre el caro SLS…
De hecho, sería un terremoto. El SLS está diseñado, entre otros, por un Boeing en apuros y moviliza el trabajo de muchas personas en territorio estadounidense. Por lo tanto, no es seguro que los funcionarios electos sobre el terreno estén muy contentos con esta perspectiva. Dicho esto, la (¿futura?) misión Artemis III debe recurrir al Starship y al SLS conjuntamente en esta fase del programa destinado a pisar la Luna. Utilizar un único lanzador parece responder –al menos sobre el papel– a una cierta lógica en términos de eficiencia y costes.
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Hola planeta Marte, adiós Luna.
Donald Trump repitió durante su campaña electoral que espera que el Hombre camine sobre Marte antes de que finalice su segundo mandato. ¿Solo quiere complacer a su amigo Elon Musk o se esconde una estrategia detrás de sus palabras?
Esto es lo que dijo recientemente Georg Nield, ex alto funcionario de la FAA, el organismo responsable de emitir autorizaciones de vuelo a través del Atlántico: “Existe una buena posibilidad de que echemos otro vistazo al programa Artemis, ya sea que eso signifique acelerarlo o incluso saltarnos la Luna para enfocarnos en Marte..
¡Ya no sería un terremoto, sino una gran explosión! Sobre todo, tal cambio de dirección tendría profundas implicaciones políticas y geopolíticas. Abandonar Artemisa tal como está significaría abandonar la estación espacial Gateway, que se pondría en órbita alrededor de la Luna en los próximos tres años. También significaría que Estados Unidos abandona a los chinos el regreso a la Luna. Sin embargo, sabemos que en nuestro satélite hay recursos preciosos, por ejemplo helio-3, muy caro y útil para la fusión nuclear, así como agua, un bien muy buscado en el espacio. Es por esta última razón que el polo sur lunar es el objetivo del programa Artemis. Para algunos, también deberíamos cuestionar la cápsula Orion, desarrollada por la ESA y Airbus, que debe transportar a los astronautas.
¿Está dispuesto Trump a dejar plantar la bandera china en la Luna para convertirse en el presidente que habrá financiado el programa espacial más increíble de todos los tiempos con los primeros pasos del Hombre en Marte? Conviene recordar que si un viaje a la Luna está al alcance tecnológico, el del Planeta Rojo aún no lo está. Lograr esto en cuatro años requeriría gastos comparables a los de un esfuerzo bélico importante. Elon Musk no sería un obstáculo, todo lo contrario: nació para esto, sólo piensa en aquello. Pero, ¿los Estados Unidos de Donald Trump aceptarían pagar el costo humano y financiero?
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