Soldados y policías en abundancia en las calles, miles de cámaras de vigilancia: Río de Janeiro, meca del turismo y del arte de vivir en Brasil, se ha transformado en una fortaleza ultravigilada para la cumbre del G20.
Para esta cumbre, la “Ciudad Maravillosa” acoge a líderes de todo el mundo que se reunirán el lunes y el martes en el Museo de Arte Moderno, un entorno enclavado en el corazón de un espacio verde con una vista impresionante del famoso Pan de Azúcar.
Famosa por sus playas y sus impresionantes paisajes entre océano y montaña, Río es también una ciudad muy violenta.
Durante el primer semestre de este año se registraron nada menos que 1.790 homicidios en la segunda metrópoli más poblada de Brasil, o uno cada 2,5 horas, según datos del colectivo Monitor da Violencia.
Organizar un evento de este tipo en el corazón de Río es “un verdadero desafío”, admitió el presidente del comité municipal organizador del G20, Lucas Padilha.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva emitió un decreto titulado Garantía de la Ley y el Orden (GLO), que permite movilizar al ejército en situaciones excepcionales de seguridad.
Casi 25.000 soldados y policías desplegados
Unos 25.000 soldados y policías están desplegados por toda la ciudad, incluidos puertos y aeropuertos. Los vehículos militares blindados están estacionados alrededor del Museo de Arte Moderno, ubicado cerca del centro de la ciudad.
El museo está muy cerca del Aeropuerto Santos Dumont, habitualmente utilizado para vuelos domésticos y cerrado durante los dos días de la cumbre. La vigilancia de las calles está a cargo de más de 5.000 cámaras, así como de drones y helicópteros.
Este fuerte sistema de seguridad es especialmente visible cerca de los hoteles donde se alojan unas cincuenta delegaciones y desde donde parten los convoyes oficiales. La delegación china, alojada en un hotel bajo un saliente al borde del océano, está compuesta por nada menos que 25 vehículos.
Los barcos de la Armada también vigilan las dos playas más turísticas de Río, Copacabana e Ipanema, a las que el acceso está restringido.
Para facilitar el tráfico en esta ciudad de seis millones de habitantes con numerosos atascos, el ayuntamiento decidió que los dos días de la cumbre, lunes y martes, fueran festivos.
Los cariocas tienen así seis días libres consecutivos, siendo el viernes 15 de noviembre y el miércoles 20 de noviembre días festivos tradicionales. Los edificios administrativos, bancos y escuelas permanecerán cerrados, pero los bares y restaurantes permanecerán abiertos. “Río no vivirá un período normal”, advirtió el alcalde Eduardo Paes, pidiendo “colaboración” a los residentes.
ETA