Es “el único superviviente de su (pequeña) familia”. Después de un ataque aéreo israelí el 29 de septiembre en Sarafand, a unos 15 kilómetros al sur de la ciudad costera de Saida, que arrasó un complejo de apartamentos y dejó 15 personas muertas, las fuerzas de socorro israelíes encontraron vivo a un niño de dos años. Los padres, la hermana y las dos abuelas de Ali Khalifa murieron.
“Los rescatistas casi habían perdido toda esperanza de encontrar supervivientes bajo los escombros”, dice Houssein Khalifa, el tío del padre del niño. Pero “Ali apareció entre los escombros en el cubo de la topadora cuando todos pensábamos que estaba muerto (…) Salió de los escombros, apenas respirando, después de las 2 de la tarde bajo los escombros, susurra.
El niño fue trasladado de urgencia al hospital de Saida. Sumido en coma artificial tras la amputación de su mano derecha y conectado a un respirador, deberá ser operado en Beirut antes de colocarle una prótesis. “Estamos esperando a que terminen las operaciones para despertarlo”, explica Houssein Khalifa.
“Cicatrices psicológicas”
En el hospital de Saida, los signos de la violencia del ataque son visibles por todas partes. Otros familiares también luchan por sobrevivir tras la huelga de Sarafand.
Una de las sobrinas de Hussein Khalifa, Zainab, de 32 años, permaneció atrapada bajo los escombros durante dos horas antes de ser rescatada y trasladada al hospital más cercano. Fue allí donde se enteró de que sus padres, su marido y sus tres hijos, de entre tres y siete años, habían sido asesinados. El golpe la dejó gravemente herida, dejándola con un solo ojo.
Zainab “no escuchó el sonido de los misiles que cayeron sobre la casa de su familia”, dice su tío. “Ella sólo vio oscuridad y escuchó gritos ensordecedores”. Ali Alaa El-Din, el médico encargado de su seguimiento, explica que “las cicatrices psicológicas de Zainab son mucho más importantes que sus lesiones físicas”.
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También atiende a la hermana de Zainab, Fátima, de 30 años, herida en el mismo ataque. Ambos sufrieron heridas “en todo el cuerpo, con fracturas en los pies y daño pulmonar”, dijo el médico. Desde el punto de vista médico, continúa, “los casos de Zainab y Fátima no se encuentran entre los más difíciles que hemos afrontado durante la guerra, pero son los más graves a nivel psicológico y humano”.
Desde el 23 de septiembre, la escalada del conflicto entre el ejército israelí y el Hizbulá libanés ha dejado más de 2.600 muertos en Líbano, según cifras del Ministerio de Sanidad.