Lucas Vuilleumier (información de protesta)
Publicado el 4 de noviembre de 2024 a las 07:42. / Modificado el 4 de noviembre de 2024 a las 07:45.
Lo que lo levanta cada mañana es el deseo de “curar un mundo roto”. Con “Jesús como centro absoluto” de su existencia, Jerry Pillay asume el cargo de secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) desde enero de 2023. Creada en 1948 y con sede en Ginebra, esta comunidad de Iglesias reúne a 352. ¿Su objetivo? “Trabajar por la unidad de los cristianos pero, sobre todo, por la paz”, afirma el pastor de 59 años. Jerry Pillay abraza estas misiones con tanto más fervor cuanto que él mismo es producto de un pasado marcado por la herida de la exclusión y la injusticia.
De origen indio, criado en la Sudáfrica del apartheid, proviene de una familia de seis hijos, los dos primeros de los cuales no accedieron a la educación superior debido a la gravedad de la situación política. Jerry Pillay admite, sin embargo, que su familia pudo haber experimentado escasos privilegios: “Aunque éramos considerados negros, los indios de Sudáfrica tenían el poder de crear su propio crecimiento comunitario, incluida la recaudación de fondos para construir escuelas y hospitales”.
Hijo de un director de empresa textil y de una madre ama de casa, ambos hindúes practicantes, Jerry Pillay considera, sin embargo, que se crió “cerca de la cultura cristiana”. En el distrito de Johannesburgo donde creció, asistió a la escuela dominical en una iglesia local. “Mis padres, testigos de mi temprano y creciente interés por Cristo, me animaron”, asegura este hijo de una familia muy abierta. Tanto es así que su padre, gravemente afectado por una enfermedad que le carcomía el estómago, declaró una noche de Navidad: “Si Jesús existe y me permite comer este plato, entonces me haré cristiano”. Sorpresa: el hombre que llevaba meses sin comer se terminó su plato. Luego se unió a la Iglesia Presbiteriana, de la que se convirtió en “anciano”, con su esposa, mientras que esta última asumió la dirección de su asociación de mujeres. Por su parte, Jerry Pillay, que entonces tenía sólo 10 años, comenzó a predicar el Evangelio en las calles. “Con un micrófono para niños, colocado en una pequeña escalera”.
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