Ya había revolucionado la forma de hacer política durante la campaña de 2016 y durante su primer mandato.
Donald Trump definitivamente ha roto las reglas en las últimas semanas. Frases contundentes e indignantes, denigración de Kamala Harris, prohibido bailar YMCAsketches en McDonald’s o en un contenedor de basura para burlarse de su competidora y de sus seguidores: el empresario, que durante mucho tiempo presentó un reality show, mantuvo deliberadamente el revuelo en las redes sociales. El septuagenario demostró ser el más hábil en el dominio de la tecnología digital.
Ganador por nocaut en la forma, el boxeador Trump también acertó en el fondo, su victoria lo atestigua, con su programa: poder adquisitivo, aislacionismo, lucha contra la inmigración, globalización y wokismo…
Otra personalidad, Elon Musk, jugó la carta disruptiva y de las redes sociales a favor del candidato republicano. El caprichoso multimillonario, defensor de la libertad ilimitada de expresión, no dudó en transmitir información falsa en la red X… de la que es propietario.
Coqueteó con la compra de votos organizando, en estados indecisosuna lotería que permite a los firmantes de una petición conservadora ganar un millón de dólares.
Defensor de la mínima intervención estatal
La atronadora entrada de Musk en la campaña no tuvo nada que comparar con el respaldo de celebridades que los demócratas alinearon por docenas, desde Beyoncé hasta Leonardo DiCaprio. Elon Musk no estuvo allí para compensar los números.
Como prueba, el hombre más rico de Estados Unidos participó el miércoles en el intercambio telefónico que Donald Trump mantuvo con Volodymyr Zelensky.
El presidente electo también anunció que tenía la intención de nombrar a este defensor de la mínima intervención estatal para encabezar una comisión de eficiencia gubernamental con el objetivo de reducir drásticamente el gasto federal.
Paradójicamente, su empresa SpaceX, que se ha convertido en uno de los principales actores del sector espacial, depende en gran medida del pedido público. Otra singularidad es que el jefe de Tesla, el primer fabricante mundial de coches eléctricos, tendrá que aguantar a un presidente escéptico sobre el clima y que amenaza con aranceles aduaneros a países demasiado agresivos comercialmente.
Donald y Elon son pareja, pero ¿por cuánto tiempo?