Unos días antes de que se levante el telón del Premio Farel, su directora Camille Andres recibió cath.ch. La periodista y directora habla del festival de cine ético y espiritual, así como del protestantismo social en el que creció, fuente de cuestionamientos y verdadero referente moral para ella.
Los retos que hubo que superar, las novedades del festival, la aparición de explicadores (cortos vídeos explicativos) a concurso, el público joven a conquistar, las 172 obras recibidas y la selección final de 30 películas, de 2 a 120 minutos… “y también habrá dos mesas redondas: sobre los temas de la IA y las nuevas formas de información en Internet!” añade Camille Andres a su argumento. El director del Premio Farel habla rápido, cuenta las novedades, presenta el programa. La preocupación por la comunicación, sin duda. La energía de la pasión y el compromiso, sin duda.
El compromiso, el centro de gravedad de la vida, surgirá a menudo en la discusión. “Mi relación con el trabajo es un poco particular: vengo de una región rural, soy protestante y alsaciana”, resume.
El periodista nació en Haguenau, Francia, en el norte de Alsacia, en 1985. La familia, protestante, frecuentaba la Iglesia luterana. Camille creció y asistió a la escuela en Niedermodern, en las afueras de Haguenau. “Había pocas actividades culturales. Aparte de un teatro que iluminó mis años de secundaria, todo giraba en torno a las actividades que ofrecían la parroquia y los Equipos Unionistas Luteranos (EUL), una asociación juvenil en la que se involucró a los 16 años: veladas para jóvenes, juegos y salidas. . Sus raíces protestantes, mucho más sociales que espirituales, serán decisivas y servirán de punto de partida para su reflexión.
La UE contribuye a su emancipación. “Gracias a esto pude participar en campamentos de verano en Puerto Rico, Líbano y Sudáfrica donde conocí a otros protestantes”. Ella a su vez será facilitadora de 16 a 25 años.
estudios europeos
A partir de los 12 años su vocación se hace más clara. Quería ser escritora, pero “para eso se necesita talento”, le dijeron. Por tanto, optó por el periodismo. Después de un bachillerato literario que obtuvo con la calificación “Muy bueno”, ingresó en Science Po-Strasbourg a los 18 años y se graduó en estudios europeos a los 21 años. Su plan de estudios incluye un año de estudios en economía intercultural en Jena, Alemania.
No abandonó su pueblo, huyó de él, dice, para escapar de un ambiente racista. En aquel momento, el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen superaba el 45%. “El protestantismo fue para mí un punto de referencia moral y una fuente de cuestionamiento. La religión era sinónimo de tolerancia y humanismo”.
Con su diploma en mano, viajó a París para estudiar en la Escuela de Estudios Avanzados en Ciencias de la Información y la Comunicación. Camille se formó allí en periodismo durante dos años. Obtuvo una maestría que duplicó con el mismo diploma en Islamología. Sus primeros pasos en la profesión la llevaron de regreso a Estrasburgo, Mensajeroperiódico protestante que abandonó cuando la Iglesia local lo transformó en un órgano de comunicación. Casi lógicamente, entra en Últimas noticias de Alsaciaprimero en Saverne y luego en 2013 en la oficina de Basilea.
Camille Andres se reúne con su compañera en Suiza. “Irónicamente”, sonríe, “fue en febrero de 2014, cuando se aprobó la iniciativa ‘Contra la inmigración masiva'”.
Una serie de grandes proyectos
Se convierte en autónomo, colabora con la revista. Reformadodonde trabaja actualmente, tiene varios proyectos a largo plazo en su haber: está lanzando la plataforma femmesleader.ch para la revista económica Conescribe el mook sobre el queso Etivaz para Heidi.noticias en 2019. Su mayor proyecto sigue siendo La apuesta de Esterun documental sobre el cambio ecológico que se está produciendo en los Alpes vaudois. Ella fácilmente cita el número especial de Reformado “Dios, la naturaleza y nosotros”, dedicado a la ecología en 2021.
¿Es el Premio Farel una continuación lógica de ese viaje? “Vinieron a buscarme. Sé que muchos se han negado antes que yo. Le dije: ‘Por qué no, hablemos'”. El desafío de hacerse cargo de un festival moribundo no desagradó al periodista. Sin embargo, antes de comprometerse, consultó a profesionales del sector para hacerse una idea. “Todas estas experiencias pasadas me sirven para los diferentes aspectos de la organización del evento. Para recaudar fondos, pienso, por ejemplo, en París de Esther para lo cual tuve que recaudar varias decenas de miles de francos”.
Un nuevo formato
Camille Andres añade que esta edición del Premio Farel es un proyecto nuevo. “También es una prueba. Hay que tener la cabeza lúcida, hay limitaciones financieras. Este año logramos hacer el presupuesto, puede que no sea así la próxima vez. Y el festival sigue siendo gratuito, nos pondremos un sombrero a la salida”, subraya.
“¡Una auténtica locomotora! Debemos seguirlo”, susurramos en su equipo. “No sé qué liderazgo ejerzo, pero soy una persona exigente”, admite, “sin ser una maniática del control. Y no olvido que trabajo con voluntarios”. Combina opciones editoriales, gestión de la estrategia de comunicación, producción y coordinación de equipos distribuidos entre Lausana y Neuchâtel. Y cita el apoyo del comité y de los voluntarios. “También gestiono el vínculo con los socios, que este año son muchos”.
Una espiritualidad del silencio
El protestantismo social fue su brújula y la base de su compromiso. “Veo los límites. A veces tiene prioridad sobre la vida privada y las relaciones”. Camille Andres se mantiene más discreta sobre su espiritualidad. El flujo se hace más lento, la voz baja. “Es más íntimo y vinculado al silencio”. Evoca Taizé, una influencia que se remonta a la primera infancia – “tenía ya cinco años” – y que debe al pastor Wolfgang Gross de Groër.
Tenemos que hacerle la foto… Rápido porque tiene que irse. Unos segundos más para tomar una instantánea, luego, en dos zancadas, sale de la oficina y desaparece por el pasillo. (cath.ch/bh)
Premio Farel, del 15 al 17 de noviembre de 2024.
Cine Rex, Faubourg de l’Hôpital 16, Neuchâtel.
Entrada gratuita.
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