Assia, 25 años, arquitecta y artista de formación, encarna esta generación de jóvenes talentos que se niegan a encerrarse en un solo camino. Nacida en Rabat, criada en una familia marcada por pruebas personales, supo encontrar un escape en la música.
Assia creció con su madre, su modelo de perseverancia. Marcada por el divorcio de sus padres, encontró en esta mujer fuerte un apoyo inagotable y un estímulo constante hacia la excelencia. Gracias a esta influencia, obtuvo un bachillerato científico con matrícula de honor, antes de incorporarse a la Escuela Nacional de Arquitectura de Rabat. Pero, aunque impulsada por el éxito académico, la joven nunca perdió de vista su primera pasión: la música. Desde los 8 años cantaba frente al espejo, fascinada por los sonidos, reproduciendo con facilidad las melodías que escuchaba a su alrededor.
Sin embargo, el viaje musical de ASSIA no estuvo exento de obstáculos. Su madre, apegada a la idea de estabilidad, la veía más como una arquitecta que como una cantante. Sólo su hermana y algunos amigos cercanos fueron sus primeros apoyos, animándolo a perseguir su sueño de infancia. Sólo después de obtener su diploma la joven artista se lanzó de lleno a la música. A partir de entonces se benefició de una mirada a menudo benévola y a veces crítica de su madre, que ahora se mostraba más receptiva a su carrera artística.
ASSIA se niega a encerrarse en un único género. Está influenciada por iconos marroquíes como Asmae Lamnawar y por los grandes clásicos de la música árabe como Oum Kalthoum, y también se inspira en diversos registros, desde el chaâbi hasta el rap, pasando por el house y el pop. Para ella, cada pieza es una aventura emocional, una búsqueda de uno mismo a través de sonidos libres de toda limitación. “No tengo un estilo musical fijo”, dice. Su enfoque es instintivo, cada canción lleva en sí una parte de su experiencia y sus sentimientos. Entre sus títulos emblemáticos, “Message” y “Bla bik kindir” demuestran su talento para captar la sensibilidad del público, mientras que su participación en los créditos de la serie Rihlat Al Omr, con la canción “Mélancolique”, confirmó su capacidad para mover y tocar.
Un sueño de escenario y comunión
Lo que distingue a ASSIA es su capacidad de transmitir emociones puras con una sencillez desconcertante. “Mi música es una forma de hablar de la vida desde diferentes ángulos”, explica. A través de sus palabras, aspira a establecer intimidad con sus oyentes, a través de historias y temas universales. Cada canción es una parte de ella misma, un fragmento de sus pensamientos y recuerdos.
Sin embargo, los comienzos no fueron fáciles. Su decisión de dedicarse a la música, a menudo vista como un camino incierto, provocó tensión dentro de su familia. Además, al no tener un estudio en casa, tuvo que perfeccionar sus habilidades vocales como autodidacta, aprendiendo por sí misma a domar su voz y refinar su arte.
Si ASSIA ya está viviendo su sueño de crear música, quiere más: compartir su arte en el escenario, subir al escenario, sentir la vibración del público. “Es esta conexión con el público, este compartir emociones, lo que representa para mí la cima de mi sueño”, confiesa.