Paul Auster es inmortal | 24 horas

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Paul Auster es inmortal

Publicado hoy a las 8:24 a.m.

Me subí a una silla desvencijada después de enterarme de la muerte de Auster. El escritor murió “en una habitación que amaba, la biblioteca […] con nosotros, rodeado de su familia, el 30 de abril de 2024 a las 18:58”, escribió Siri Hustvedt, su esposa. Además, allí, en Brooklyn, estaba enojada porque un amigo de la familia le había “robado” este anuncio en el “New York Times”. No estoy seguro de que fuera tan importante, que sucediera así, un poco por sorpresa, no como estaba planeado. La casualidad, lo imponderable, el fuerte amor de Siri Hustvedt traducido en esta última tormenta, todo esto sigue siendo tan maravillosamente puro Auster.

Me subí a esta silla desvencijada, después de enterarme de la muerte de Auster, frente a mi propia biblioteca, recordando, sin embargo, que no tenía ninguna intención de morir allí. Al menos no de inmediato, aunque sin duda es el lugar más interesante de la casa, como en todas las casas. Me puse de puntillas, tratando de no resbalar o rodar de la silla inestable, y me maldije a mí mismo. Tuve problemas para localizarlos, los Auster. Los libros a veces están ordenados en las estanterías blancas según un código indefinido, una especie de extraña afinidad entre ellos, como si vivieran su propia vida, lejos de la razón alfabética o del aburrido librero “por autor”. Finalmente encontré algunos, “Moon Palace”, “El libro de las ilusiones”, “La música del azar” (qué título tan maravilloso, toda una filosofía desde la portada). Pero no pude conseguir “Mr. Vértigo”, la primera novela de Auster que leí, por pura casualidad, hace casi treinta años.

En mi silla, recordé a este joven héroe aprendiendo a flotar sobre el mundo. Esta mágica historia me atrajo mucho, desde el irresistible inicio: “Tenía doce años la primera vez que caminé sobre el agua”. Incluso había un pequeño y sencillo dibujo que mostraba cómo se elevaba, por etapas. Casi me caigo de solo pensarlo, con estas ganas de intentarlo ahora mismo: volar lentamente por la habitación, caminar en el aire. Bajé, sin embargo, con cautela, bastante molesto por no haber recuperado el volumen, pero convencido por lo que me apareció luminosamente: se reconoce a un gran escritor por el deseo incontenible de releerlo, no de esperar sus nuevos libros. Entonces él es inmortal. Auster es inmortal.

Privado de “Mr Vertigo”, busqué extractos en la web. Y me encontré con éste, donde el maestro Yehudi explica al joven Walt la belleza de un libro que relee sin cesar: “Es inagotable. Bebes el vino, pones la copa sobre la mesa y, maravillosamente, cuando la vuelves a coger en la mano te das cuenta de que todavía está llena”. Las novelas de Auster cuentan exactamente este milagro.

Christophe Passernacido en Friburgo, trabaja en Le Matin Dimanche desde 2014, después de haber trabajado en particular en Le Nouveau Quotidien y L’Illustré. Mas información

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