Jean Prod’hom camina entre dos hombres de fe

Jean Prod’hom camina entre dos hombres de fe
Jean Prod’hom camina entre dos hombres de fe
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Jean Prod’hom camina entre dos hombres de fe

Cada semana, Michel Audétat recomienda un libro que le hizo reflexionar, divertirle, conmoverle…

Michel Audétat

Publicado hoy a las 9:29 am

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El libro hace honor a su título. Es a la vez una historia biográfica y una búsqueda personal, un ensayo y una meditación poética; libre de cualquier apego a un género definido, parece en sí mismo “Un jardín sin valla”. Desde su primera obra, “Tessons” (Éditions d’autre part, 2014), Jean Prod’hom nos ha acostumbrado a una originalidad de forma que aquí se confirma. Al cruzar los destinos de dos hombres de fe, uno fundador de la llamada Iglesia Darbyst y otro pastor heterodoxo, el escritor vaudois (nacido en Lausana en 1955) cuestiona nuestra forma de estar en el mundo. ¿Es posible concebir una comunidad humana que una sin limitar? ¿Podemos soñar con una casa que tuviera muchas ventanas y “casi ninguna pared”?

Ambos nacieron a principios del siglo XIX.mi siglo. John Nelson Darby es un descendiente de la burguesía mercantil angloirlandesa que, tras romper con la Iglesia anglicana, fundó la Asamblea de los Hermanos (cuyos cultos edificaron al joven Jean Prod’hom hasta los 15 años). Por su parte, Alexis Muston es un vaudois de los valles piamonteses del que tuvo que huir, convirtiéndose luego en pastor de la Iglesia Reformada en Drôme y viviendo el exilio de quien se siente “en casa en todas partes sin estar en casa en ninguna parte”. Dos destinos opuestos. Descubriremos cómo el primero, para preservar la pureza de su comunidad religiosa, la convirtió en una “máquina de exclusión” y una fortaleza contra un mundo exterior siempre amenazador. Y cómo el segundo, a la inversa, tomó caminos tortuosos gracias a los cuales el mundo le conservó la frescura del rocío. Con Alexis Muston, un “jardín sin vallas” parece posible.

Este notable libro puede leerse como un elogio del desvío o del camino apartado. Su prosa es clara, densa, clara y precisa, pero de ella emanan ensueños vaporosos. Como aquellos que se invitan cuando, tumbados en la hierba y mirando al cielo, vemos pasar las “nubes maravillosas” (Baudelaire).

Leer: “Un jardín sin valla”, Jean Prod’hom, Labor et Fides, 152 p.

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