Sanofi, el gigante farmacéutico francés, se prepara para poner fin a una de sus marcas más emblemáticas: Doliprane. Este medicamento, auténtico pilar de los botiquines franceses, podría pronto cambiar de propietario, en el marco de la venta de la filial “público general” de Sanofi, llamada Opella. El lunes 23 de septiembre finalizó el plazo para presentar ofertas de compra y el proceso de venta se encuentra ya en la fase final.
¿Por qué Sanofi vende Doliprane?
Sanofi, al igual que otros grandes laboratorios farmacéuticos mundiales, ha tomado la decisión estratégica de volver a centrarse en tratamientos innovadores y de alto valor añadido, abandonando los medicamentos más tradicionales. Así, aunque Doliprane genera por sí solo el 8% de los 5.200 millones de euros de facturación de la división pública de Sanofi, ya no se considera un producto suficientemente rentable teniendo en cuenta las ambiciones de la empresa. firme. Hoy en día, una caja de Doliprane se vende por unos 2,15 euros, de los cuales sólo 75 céntimos van a parar a Sanofi. En comparación, medicamentos como Dupixent (utilizado para tratar el asma) se comercializan a precios astronómicos, alrededor de 600 euros por inyección, y tienen el potencial de generar más de 10 mil millones de euros en 2025.
Sanofi sigue así el camino ya trazado por su competidor Novartis, que vendió su filial Sandoz para concentrarse en productos más lucrativos.
Ofertas en marcha y un futuro incierto para los centros de producción
En ese momento, dos fondos de inversión hicieron una oferta para comprar Opella, la división que contiene Doliprane: el fondo francés PAI Partners y el estadounidense CD&R. El importe de la transacción se estima en 15 mil millones de euros. Sin embargo, existe incertidumbre sobre el destino de las dos plantas de producción situadas en Lisieux (Calvados) y Compiègne (Oise), que emplean a 600 personas. Los dos fondos de inversión no son particularmente conocidos por sus generosas políticas sociales y la deslocalización es un riesgo. Según Nathalie Coutinet, economista sanitaria, “los fondos de inversión no se caracterizan por su política social de vanguardia”.
Para intentar limitar este riesgo, el Banco de Inversiones Públicas (BPI), el brazo financiero del Estado, podría intervenir minoritariamente para mantener cierto control francés. El gobierno también podría considerar incluir Doliprane en la lista de medicamentos genéricos, lo que reduciría inmediatamente su precio en un 60%, una perspectiva que teme Sanofi.
Una cuestión de soberanía sanitaria
La venta de Doliprane suscita serias preocupaciones en el gobierno. La crisis del Covid-19 ha puesto de manifiesto la dependencia de Francia de las importaciones de paracetamol, el principio activo del Doliprane. Actualmente, se produce en China, India, Turquía e incluso Estados Unidos, mientras que los sitios franceses de Sanofi simplemente ensamblan los ingredientes y envasan las tabletas. Para compensar esta dependencia, el Estado ha anunciado la construcción de una planta de producción de paracetamol en Rosellón (Isère), que debería ver la luz en 2026. Hasta entonces, el nuevo comprador de Doliprane tendrá total libertad para decidir sobre el futuro. de los dos centros de producción franceses.
Esta venta también podría sentar un precedente preocupante para otros laboratorios franceses. El caso de Servier, que pretende vender su división de medicamentos genéricos Biogaran por 800 millones de euros, está siendo seguido de cerca por el gobierno, deseoso de evitar una adquisición extranjera.
Un dilema nacional
El futuro comprador de Doliprane no sólo tendrá que gestionar una marca emblemática en Francia, sino también navegar en un contexto político y social tenso. El gobierno quiere preservar los empleos en Francia y garantizar la continuidad del suministro, pero la prioridad de Sanofi parece ser maximizar el valor para sus accionistas. “El momento de la separación del negocio de salud del consumidor tiene como objetivo maximizar la creación de valor y recompensar a los accionistas”, dijo Sanofi.
El resultado de este asunto, previsto para finales de año, supondrá, por tanto, un paso importante en la reorganización del sector farmacéutico en Francia. Ya sea el fondo PAI francés o el CD&R estadounidense, hay mucho en juego: se trata de encontrar un equilibrio entre las consideraciones económicas y los imperativos de la soberanía sanitaria.
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