Esperanza, amor por la vida, felicidad, optimismo, tranquilidad…son, entre otros, los sentimientos que nacen de la armonía reflejada en la pintura de Bouchra Samodi. Esta artista visual, que vive y trabaja en la ciudad costera de Harhoura, ha sabido poco a poco liberarse del peso de las cosas, ir más allá del juego de formas y apariencias, recoger lo que está en el corazón de las cosas, elegir El espíritu de lo concreto con mucha poesía. A través de sus minuciosos y vivos gestos pictóricos, nuestra artista visual desarrolla una obra con una carga emocional muy fuerte.
El paisaje se comprende mejor a pie. Es en el ritmo del caminar que se revela en el movimiento. El paisaje nunca es fijo, es una danza que se produce ante nuestros ojos cada vez que nos movemos. Lo mismo ocurre con las naturalezas muertas y los retratos. En el universo plástico de Bouchra Samodi todo es aireado, fino y ligero. Esta talentosa pintora parece haber situado su obra en el linaje de los Pintores de la Realidad Poética, de los que Maurice Brianchon era el líder. En una época apegada al orden, esta concepción favorece el retorno a la realidad y a la figuración, pero una realidad transfigurada por la poesía. Los temas favoritos de Bouchra eran las escenas exteriores, pero también destacó en las escenas interiores y en las naturalezas muertas, especialmente retratos y paisajes. Demuestra una construcción sólida y un equilibrio armonioso de colores.
Como los Nenúfares de Monet, su pintura exige dar un paso atrás: cerca de la pintura, del juego de materiales, de las grandes superficies planas salpicadas de toques y puntos, en el límite de la proyección. Pero cuando llegan los colores, su libertad es desenfrenada. Aquí no hay reglas y, sobre todo, ninguna función descriptiva o narrativa. En su obra, los colores dominantes se combinan con los múltiples matices de otros colores, creando composiciones con múltiples superficies contrastantes, con una iluminación perfecta y controlada. El principal cambio de ritmo está en la propia estructuración del espacio.
La reflexión técnica de Bouchra se metamorfosea así en una meditación casi espiritual. Nos recuerda las prácticas de los miniaturistas y los paseos por los jardines zen, lugares de meditación por excelencia. Es ante todo una artista que disfruta pintando, como lo demuestran los flujos de la materia y los cambios de ritmo en los gestos: a veces equilibrados y sobrios, a veces líricos y salvajes. Como un músico, desarrolla variaciones sobre un tema. El elemento musical, tomado en diferentes aspectos, es herencia marroquí, pero siempre es reconocible a pesar de sus múltiples variaciones. Se trata de resaltar el patrimonio inmaterial marroquí en todo su esplendor y proteger la cultura marroquí, en su sentido más amplio, del espectro de la pérdida y el olvido.
Por último, cabe señalar que esta exposición situará la obra de Bouchra Samodi en el cruce de la de otros pintores sobre el tema del “folclore amazigh” en la Sala Bahnini de Rabat con una programación artística y cultural rica y variada. Objetivo: promover la amazighness como componente esencial de la identidad marroquí.
Tenga en cuenta que esta exposición está organizada por Art Wave en asociación con la Asociación Khmissa para el Desarrollo y la Solidaridad. Este evento es parte de las celebraciones del Año Nuevo Amazigh 2975 en torno al folclore amazigh.