Nada parece irle bien a Juraj Slafkovsky. El delantero de 20 años, primera elección del draft de 2022, atraviesa un período oscuro justo cuando los Montreal Canadiens están en llamas.
Cruel ironía, Slafkovsky, que encarnaría el glorioso futuro del CH, hoy es considerado el peor jugador del equipo, y esto por segundo partido consecutivo.
Una rareza que despierta frustración e indignación entre los aficionados.
Slafkovsky es un fantasma en el hielo,
Incapaz de ganar sus batallas a lo largo de las rampas, arrastra sus patines. Él es amorfo. Como si no quisiera pelear.
Bravo por Martin St-Louis por hacerle calentar el banquillo, porque el gol de Caufield se marcó cuando Jake Evans estaba en el hielo en lugar de Slaf.
El eslovaco está extinto. Sobre el hielo parece perdido, incapaz de seguir el ritmo de un equipo que tiene una serie de actuaciones increíbles.
Su falta de producción ofensiva es evidente y su confianza parece estar en caída libre. Pero sobre todo su esfuerzo es inexistente. Es un gigante…que juega como un enano…
La situación llegó a un punto crítico en el último partido, cuando el entrenador Martin St-Louis lo envió a la banca durante la segunda mitad del tercer tiempo y la prórroga.
Una decisión contundente que dice mucho sobre el estado actual del extremo eslovaco.
No se trata sólo de números; es una cuestión de impacto. Slafkovsky no puede utilizar su tamaño y su físico para imponer su juego, y sus decisiones sobre el hielo a menudo dejan mucho que desear.
Las expectativas que pesaban sobre sus hombros ahora parecen convertirse en un peso insoportable.
En este contexto, los rumores que rodean a Alexis Lafrenière en Nueva York toman un giro particular en Montreal.
Lafrenière, aunque también criticado por su desarrollo desigual con los Rangers, sigue siendo un jugador talentoso con varias temporadas de experiencia en la NHL.
Los Rangers, por su parte, están desesperados por agregar un ala-pivote a su plantilla.
Por tanto, la idea de un intercambio entre Slafkovsky y Lafrenière comenzó a germinar en la mente de los partisanos. Después de todo, Lafrenière es un producto de Quebec, un ex seleccionado de primera ronda que podría beneficiarse de un cambio de escenario y un ambiente menos hostil que Nueva York.
Para Slafkovsky, dejar Montreal para ir a Nueva York también podría representar una oportunidad para empezar de nuevo, lejos del asfixiante foco de atención de Montreal.
La pregunta divide. Por un lado, los fanáticos enojados creen que Slafkovsky es un fracaso en ciernes y que el canadiense debería capitalizar su valor actual antes de que caiga aún más.
Y sobre todo, deshacerse de su contrato de 7,6 millones de dólares anuales durante las próximas 8 temporadas.
Por otro lado, algunos señalan que el eslovaco sólo tiene 20 años y que es prematuro sacar conclusiones sobre su potencial a largo plazo.
Los Rangers, mientras tanto, podrían ver a Slafkovsky como una solución a sus problemas físicos en la banda, mientras que los Canadiens conseguirían un jugador más preparado para contribuir de inmediato.
Sin embargo, este intercambio sería arriesgado para ambos equipos, ya que implicaría renunciar a esperanzas muy altas. Pero estamos hablando de dos primeras elecciones en total.
Nada podría ser más lógico como transacción.
Slafkovsky se encuentra en una encrucijada. Su desarrollo está retrocediendo y las críticas se intensifican. Mientras tanto, Lafrenière representa una oportunidad única para Montreal, pero también un riesgo.
La cuestión comercial divide, pero una cosa es segura: a los eslovacos se les acaba el tiempo y el canadiense tendrá que decidir rápidamente si todavía está en sus planes a largo plazo.
En este drama donde las expectativas aplastan a los jóvenes talentos, pensamos en Juraj Slafkovsky, que debe encontrar la fuerza para recuperarse en un entorno donde la presión es omnipresente.
Ya sea que se quede en Montreal o se vaya a Nueva York, una cosa está clara: el cielo debe despejarse para este joven antes de que su carrera sufra un daño irreparable.
La situación de Juraj Slafkovsky sigue empeorando y la sola idea de un intercambio con Alexis Lafrenière ilustra hasta qué punto se está derrumbando cada vez más la confianza de los aficionados en él.
Nos preguntamos cómo se siente Kent Hughes, quien le otorgó este monstruoso contrato.
Sin embargo, lo que es aún más impactante es la actitud de Slafkovsky ante esta adversidad.
Desde su llegada a Montreal, el joven eslovaco ha hecho gala de una arrogancia fuera de lugar que empieza a irritar tanto a los aficionados como a los dirigentes.
Parece ignorar la gravedad de su situación y continúa sacando a relucir sus momentos de gloria pasados, como si pudieran borrar sus actuaciones actuales.
Recordemos esta mordaz declaración donde afirmaba que “no le importan las críticas de los medios y los aficionados”.
Una actitud percibida como altiva, especialmente en un mercado como el de Montreal, donde aficionados y periodistas viven para su equipo.
Sus recientes interacciones con los medios han reforzado esta imagen de jugador desconectado. En varias ocasiones intentó minimizar sus errores, afirmando que “las estadísticas no lo dicen todo” o que “las críticas son siempre blancas o negras, nunca matizadas”.
Una postura que, en el contexto de sus malas actuaciones, suena hueca e irritante.
La relación íntima de Slafkovsky con una camarera de Flyjin también plantea dudas sobre su ritmo de vida.
Si bien los jugadores de la NHL deben optimizar cada detalle de su vida diaria para desempeñarse, algunos consideran que la elección de estar cerca de alguien que trabaja hasta altas horas de la noche es una posible distracción.
Las comparaciones con jugadores como Alex Galchenyuk, conocido por sus salidas nocturnas en Montreal, no son halagadoras.
Galchenyuk, alguna vez visto como un prospecto prometedor, es ahora un ejemplo de una carrera desperdiciada, en parte debido a la falta de disciplina fuera del hielo.
Quizás lo más preocupante sea el impacto de Slafkovsky en la unidad del equipo.
El viernes por la noche, se vio al capitán Nick Suzuki gritándole en el banco, una escena poco común para un jugador que suele ser reservado y discreto. Este tenso intercambio demuestra una creciente frustración dentro del vestuario.
El conocido experto Pierre McGuire resumió la situación diciendo que Slafkovsky simplemente había “abandonado a sus compañeros de equipo”.
Una observación difícil de aceptar para un equipo que cuenta con él como pilar de su futuro.
Ayer en Colorado fue incluso peor que en Chicago. Slafkovsky no desea sacrificarse en el hielo. Martin St-Louis ya no puede aceptarlo.
En este contexto, la idea de intercambiar a Slafkovsky por Alexis Lafrenière ocupa cada vez más espacio en las discusiones… y entusiasma cada vez más a Quebec.
Lafrenière, a pesar de sus propios problemas en Nueva York, es un jugador local que aportaría un soplo de aire fresco y una identidad quebequense a un equipo a punto de clasificarse para los playoffs.
Imagínese cuánto vibraría el Bell Center.
Sin embargo, también sería una apuesta arriesgada. Slafkovsky, con sólo 20 años, sigue siendo un jugador con un físico poco común y un potencial con muchos más intangibles que Lafrenière.
¿Pero cuánto tiempo más puede esperar el canadiense para que se desarrolle?
Laffy tiene algo que Slaf no tiene: estabilidad y humildad.
Del lado de los Rangers, la incorporación de Slafkovsky podría satisfacer una evidente necesidad de impacto físico en las bandas. Pero, ¿estaría dispuesto a cambiar una promesa incumplida por otra?
Éste es el dilema al que se enfrentan ambos equipos.
Slafkovsky se encuentra en un momento crítico de su joven carrera. Si no muestra rápidamente signos de progreso, las discusiones sobre su futuro podrían convertirse rápidamente en acciones concretas en el mercado de transacciones.
Y en un mercado tan implacable como el de Montreal, no habrá segundas oportunidades.
Para un jugador que se supone encarna el futuro del canadiense, es hora de demostrar que tiene su lugar no sólo en el hielo, sino también en los corazones de los aficionados.
De lo contrario, la historia de Juraj Slafkovsky podría terminar mucho antes de lo esperado y probablemente lejos de Montreal.