Cuando Martin St-Louis fue contratado en 2022 para tomar las riendas de los Montreal Canadiens, todos sabían que la misión era compleja.
Apenas unos meses después de la llegada de Kent Hughes y Jeff Gorton, el equipo se encontraba en medio de un proceso de reconstrucción.
No hubo falsas promesas: la próxima temporada estaría marcada por la formación, adaptación y desarrollo de los jugadores jóvenes.
St-Louis, sin experiencia como entrenador en jefe de la NHL, tuvo que navegar en un entorno donde las expectativas se dividían entre la paciencia y la aspiración a un futuro mejor.
Tres años después, todavía estamos en esta reconstrucción.
El CH ha tenido sus altibajos, por supuesto, pero los resultados esperados, aquellos que indicarían que el club está preparado para luchar por un lugar en los playoffs, todavía están lejos de serlo.
Por supuesto, vemos avances. Chicos jóvenes como Cole Caufield y Nick Suzuki están mostrando signos de liderazgo y el equipo está luchando cada vez más.
Sin embargo, sigue siendo obvio que los Canadiens están lejos de ser un equipo que pueda competir regularmente con los mejores equipos de la NHL.
Estamos en un momento crucial, un período en el que las cosas deberían empezar a aclararse.
La pregunta ahora es sencilla: ¿cuál es el plan de juego para la próxima temporada?
¿La reconstrucción finalmente dará resultados más tangibles, o corremos el riesgo de vivir otra temporada de paciencia y desarrollo sin un objetivo claro?
Si la situación persiste y el equipo sigue estancado en la parte inferior de la liga al final de la próxima temporada, es muy probable que comiencen a surgir discusiones internas sobre el futuro de Martin St-Louis detrás del banquillo.
Ciertamente cumplió una tarea importante al ayudar a redefinir la cultura del equipo y guiar a los jugadores jóvenes en un entorno difícil.
Pero la realidad es que un entrenador, incluso uno tan respetado como St. Louis, no siempre puede darse el lujo de estar en una posición en la que los resultados no llegan.
No es sólo una cuestión de desarrollo, es también una cuestión de competencia.
Y aquí es donde entra en juego Patrick Roy.
El nombre de Roy siempre ha estado ligado al canadiense, tanto por su legendario legado como jugador como por su pasión y exigencia como entrenador.
Roy tiene la experiencia y la autoridad para liderar un equipo que ya no se está reconstruyendo, sino que busca el éxito inmediato.
Lo que hace que Roy sea una opción tan tentadora para los Canadiens es su capacidad para presionar a sus jugadores para que den el máximo.
Nunca ha tenido miedo de establecer una disciplina férrea y esperar resultados concretos, que podrían ser exactamente lo que los Canadiens necesitan cuando se complete la reconstrucción y el equipo quiera competir contra los mejores equipos de la NHL.
El desafío será determinar si St-Louis puede superar la tormenta actual y llevar al CH hacia una competencia más seria.
De lo contrario, el camino hacia Patrick Roy bien podría estar abierto.
Roy siempre ha sido un entrenador capaz de generar una descarga eléctrica, y eso puede ser precisamente lo que se necesita cuando los Canadiens estén listos para competir por los playoffs.
El núcleo de talento joven está en su lugar, pero un equipo que realmente quiere dar un salto cualitativo a la NHL necesita un líder con el agarre y la experiencia de Roy.
Es difícil predecir el futuro del CH, pero si St-Louis no puede dar el siguiente paso, las posibilidades de que Roy sea la solución se vuelven cada vez más obvias.
Por tanto, la pregunta que surge hoy es: ¿Martin St-Louis está listo para guiar al canadiense hacia una nueva era, o la encrucijada lo empujará a dejar paso a quien podría ser el hombre de la renovación?
Patrick Roy, con su experiencia y su pasión, parece ser quien podría llevar a este equipo a nuevas alturas.
Continuará…