Preparando al mundo para la próxima pandemia

Preparando al mundo para la próxima pandemia
Preparando al mundo para la próxima pandemia
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“La historia nos enseña que la pregunta no es si ocurrirá la próxima pandemia, sino cuándo”, advirtió Tedros Adhanom Ghebreyesus este año. El Director General de la OMS tiene razón. Por eso es vital que los gobiernos del mundo concluyan con éxito sus negociaciones en torno a un acuerdo para prevenir, prepararse y responder a las pandemias. Si incorporan las lecciones de las pandemias del SIDA y la Covid-19, entonces confiamos en que se podrá llegar a un acuerdo para proteger al mundo. Sin embargo, algunos todavía están luchando por aprender las lecciones necesarias.

El proyecto de acuerdo que se debate comienza con una declaración audaz e inspiradora a favor de la solidaridad, la equidad y los derechos humanos. Estos principios sustentan la eficacia de la prevención, así como la respuesta que se debe brindar. Las primeras versiones propuestas del acuerdo incluían compromisos vinculantes de los gobiernos para implementar estos principios, antes de que posteriormente fueran significativamente diluidos…

Acceso equitativo a las vacunas

Las negociaciones están así marcadas por una división entre los países del Norte y los del Sur global, la misma que obstaculizó la respuesta al Covid… Los países de bajos ingresos subrayan la necesidad de compromisos vinculantes para que se produzcan tecnologías médicas y distribuirlo ampliamente la próxima vez. Pero enfrentan la oposición de ciertos países ricos a pesar de que a todos les conviene garantizar un acceso equitativo y universal a los productos, desde herramientas de diagnóstico hasta vacunas.

La escasez de productos sanitarios no puede ser inevitable: una producción diversificada geográficamente puede ayudar a garantizar un suministro abundante. Pero con demasiada frecuencia, después de inyectar fondos públicos a la investigación médica, los gobiernos confían derechos exclusivos sobre vacunas y tratamientos a empresas farmacéuticas privadas. El resultado inevitable es que las dosis sólo se suministran a estados lo suficientemente ricos como para pagarlas a precios elevados, en detrimento de los países pobres. Esta desastrosa escasez no constituye un defecto del sistema sino más bien una característica de los monopolios privados.

El desastroso ejemplo del SIDA

Esta es una realidad que los líderes mundiales han tardado en comprender durante la pandemia del SIDA. A finales de los años 1990 y principios de los años 2000, 12 millones de africanos murieron mientras esperaban medicamentos vitales ampliamente disponibles en los países del Norte. Posteriormente, el Sur Global comenzó a producir genéricos más asequibles y el costo del tratamiento cayó de más de 10.000 dólares por paciente al año a menos de 100 dólares.

Hoy en día, tres cuartas partes de las personas con SIDA reciben el tratamiento que necesitan. Si se garantizara el acceso universal al tratamiento, el mundo podría erradicar la amenaza del SIDA para 2030. Además de salvar millones de vidas, esa victoria fortalecería la estabilidad global, la seguridad sanitaria y el crecimiento económico, lo que también beneficiaría a los países de altos ingresos.

Se podría haber esperado que estas lecciones dolorosamente aprendidas dieran forma a la respuesta al Covid. No fue así: las empresas farmacéuticas obtuvieron monopolios sobre las vacunas y las dosis se entregaron prioritariamente a los países ricos. Una distribución más equitativa de las vacunas podría haber salvado 1,3 millones de vidas sólo en el primer año de la pandemia.

Repercusiones económicas

También hubo graves repercusiones económicas. Según algunas estimaciones, el acceso desigual a las vacunas le ha costado a la economía mundial 2,3 billones de dólares. En última instancia, el Norte Global está jugando un juego de suma cero: las mayores ganancias de un puñado de empresas farmacéuticas -y de algunos multimillonarios del sector- están siendo eclipsadas por las pérdidas sufridas por el resto de la humanidad.

Los pilares de una prevención, preparación y respuesta eficaces ante una pandemia son conocidos: se deben compartir abiertamente los conocimientos y las tecnologías pertinentes, y se deben producir ampliamente vacunas, pruebas y tratamientos. Para ello, se debe proporcionar financiación suficiente a nivel nacional e internacional, y se deben eliminar las barreras de propiedad intelectual que impiden que los fabricantes seguros y competentes participen en la respuesta a la pandemia.

La acción voluntaria no es suficiente, como lo han entendido los Estados Unidos y la UE, que han implementado medidas que requieren compartir tecnologías y conocimientos. El acuerdo relativo a las pandemias debe ir más allá e incluir compromisos que obliguen a todos los Estados a compartir recursos y conocimientos útiles.

Beneficios antes que vidas

No podemos confiar en la buena voluntad de las compañías farmacéuticas para garantizar que la salud global esté por delante de la búsqueda de ganancias. Durante la crisis de Covid, la intensa presión pública llevó a BioNTech y Moderna a prometer lanzar operaciones en África. Pero ahora que los medios han avanzado, BioNTech ha reducido masivamente sus proyectos allí y Moderna los ha abandonado por completo… La lección es clara: los gobiernos sólo pueden garantizar el acceso a los productos sanitarios imponiéndolo.

Winnie Byanyima Es director ejecutivo de ONUSIDA y secretario general adjunto de las Naciones Unidas.

José E. Stiglitz Es premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de Columbia, Nueva York.

Este texto se publica en colaboración con Project Syndicate.

Winnie Byanyima y Joseph E. Stiglitz

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