Policías de la PJ: la interminable batalla contra las drogas: Noticias

Policías de la PJ: la interminable batalla contra las drogas: Noticias
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Largas horas de escucha, seguimiento interminable, semanas de ochenta horas, incluidos los fines de semana… En la brigada antinarcóticos de la PJ de Rouen, la búsqueda de traficantes no cesa. La tarea es inmensa, a veces vana, a menudo desalentadora.

“Nadie quiere venir con los + señores +”, se desespera, irónicamente, Alain (nombre cambiado), 47 años, número 2 de la brigada.

Los investigadores de la policía judicial (PJ), que alguna vez fueron considerados la flor y nata de la policía, hace tiempo que dejaron de apresurarse a unirse a su unidad. Entonces ella está envejeciendo. A excepción de Dorine, la más joven, la mayoría de los integrantes de la unidad tienen entre 40 y 50 años.

Ese día, la brigada se disponía a interceptar un “go fast”, uno de esos coches cargados de droga procedente de España que viene a abastecer los puntos de venta en Francia. Escuchar un objetivo en Rouen la alertó de la inminente llegada de un convoy.

Cuatro días antes de la entrega anunciada, todo el mundo está manos a la obra. Un equipo fue enviado al punto de partida del convoy y otro se colocó a lo largo de la ruta.

La brigada entra en una rutina que se ha vuelto familiar. Noche de vigilancia, persecución del vehículo hasta su interceptación, detenciones. Luego detención policial (96 horas máximo en materia de drogas) y registros, hasta la destitución ante el juez.

“Un interno que acompañaba al equipo de interceptación tiró la toalla por la mañana. No pudo más. Es cierto que nunca se presentará a la PJ”, constata Alain, decepcionado.

– “Es emocionante” –

Pero no cambiaría de tienda por nada.

Después de tres años en la vía pública por la noche y luego doce más en una brigada canina, el capitán pasó a las “drogas” hace cuatro años y medio. “Es un trabajo que requiere una inversión muy grande, un trabajo en la sombra, pero es estimulante”.

Dorine, de treinta años, comparte el mismo entusiasmo. Luego del trabajo policial y “un poco de investigación”, la joven se incorporó a la PJ y a los “narcóticos”, su “objetivo final”.

Por supuesto, hay horarios ampliados. “Los traficantes nunca paran, nosotros tampoco”, describe. También hay riesgos. “Cuando vamos a unirnos a un convoy, siempre tengo la boca un poco pastosa”. Pero la joven asegura: “la pasión por la investigación lo gana todo”.

A menos de 100 kilómetros del puerto de Le Havre, principal punto de entrada de cocaína a Francia, ella y sus colegas están ocupados.

El fiscal de Rouen, Frédéric Teillet, describe una “instalación del crimen organizado bajo el radar” que podría cambiar la naturaleza de la delincuencia en su ciudad.

“Hay ‘jambizaciones’ (disparos en las piernas a un rival o a un competidor a modo de advertencia, ndr), secuestros y secuestros e incluso intentos de homicidio con armas automáticas”, añade el magistrado.

En primera línea en la lucha contra el tráfico de drogas, magistrados y agentes de policía constatan la creciente influencia del tráfico y advierten de las crecientes dificultades para reprimirlo. En Rouen y su región como en el resto de Francia.

Una reciente comisión de investigación del Senado estimó el volumen de negocios anual del tráfico de drogas en Francia en 6.000 millones de euros. Una ganancia colosal, que explica la violencia y el ingenio demostrado por las organizaciones criminales para mantener el control.

– “Complicado” –

“Los traficantes se adaptan muy rápido”, suspira un policía, “los estamos persiguiendo pero se está complicando”.

La ola de operaciones de “limpieza” lanzadas contra los puntos del acuerdo por iniciativa del ministro del Interior, Gérald Darmanin, no convence a muchos.

“Totalmente ineficaz”, decide un magistrado, que deplora “los jueces ya desbordados” y los “investigadores enterrados bajo un trabajo colosal” (escuchas, vigilancia, custodia policial, etc.).

Los agentes de policía, en cambio, insisten en las “cargas administrativas” inducidas por la reciente y controvertida reforma que, en particular, colocó al PJ bajo la autoridad de un jefe departamental. Consideran que no es ideal para luchar contra el tráfico internacional.

“Antes, si uno de mis objetivos se detenía en Burdeos, podía llamar directamente a mis compañeros del suroeste para que pudieran vigilar a mi cliente”, describe Alain. “Ahora tenemos que pedir una comisión rogatoria (…), ¡no nos lo están poniendo fácil!”

Otro motivo de irritación para la policía “narcóticos” son los vínculos de ciertos abogados con sus clientes traficantes.

“En custodia policial, un tipo pidió a su abogado (…) que se ocupara de cualquier asunto incesante. Se jactaba de pagarle una cantidad fija de 10.000 euros cada mes, además de los honorarios. Y vimos que sucedió con gran sorpresa el abogado en cuestión, un experto parisino”, afirma un policía.

Un “juego peligroso”, advierte. “Estos tipos pagan y quieren resultados. Cuidado con los que no cumplen los objetivos…”

Otro policía se ríe: “Es extraño, ¿no es así, dos clasificadores de dinero en un bufete de abogados?”

A menudo, ante la magnitud de la tarea, la frustración se extiende entre las filas de la brigada. “Las personas a las que interrogamos son rápidamente reemplazadas por otros soldaditos”, señala Dorine, “es una guerra sin fin”.

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