Después de quince meses de guerra, devastación y sufrimiento, finalmente se llegó a un acuerdo entre Israel y Hamás para detener –al menos durante seis semanas– los bombardeos sobre Gaza y programar la liberación gradual de los rehenes israelíes. Quedan muchos puntos por resolver y esta esperanza podría verse frustrada en cualquier momento, ya que los extremistas de ambos bandos se muestran reacios a detener los combates. Pero la ventana política es excepcional: para concluir este acuerdo fue necesaria la persuasión de nada menos que dos presidentes estadounidenses: el saliente, Joe Biden, y el entrante, Donald Trump.
Cada uno de ellos se había fijado el objetivo de obtener un alto el fuego antes del 20 de enero, el primero para completar su evaluación, el segundo para demostrar que sus amenazas eran efectivas. De hecho, el presidente electo había prometido “infierno” en Gaza si los rehenes no fueran liberados antes del lunes, como si los palestinos no conocieran ya el infierno. Este acuerdo puede simplemente marcar un respiro en el enfrentamiento entre Hamas y el gobierno israelí, pero cada día pasado sin el sonido de las armas en Gaza y cada rehén israelí recuperado con vida ya son enormes victorias.
En casi quince meses, al menos 46.000 palestinos han muerto a causa de las bombas israelíes y las condiciones de supervivencia en el enclave, en pleno invierno, son cada vez más espantosas. En cuanto a los rehenes, se dice que más de 30 han muerto y no nos atrevemos a imaginar el estado de los supervivientes. Por lo tanto, este acuerdo, si se aplica bien, supone un gran alivio.
Pero una vez pasadas las pocas semanas de tregua, nada dice que los combates no se reanudarán como ocurrió en noviembre de 2023, tras una semana de alto el fuego. Y, sobre todo, el futuro de Gaza no está decidido en modo alguno. ¿Cómo será el día siguiente? ¿Quién administrará el enclave? Las primeras reacciones de Donald Trump son preocupantes a este respecto. El presidente electo sólo saludó la liberación de los rehenes y sólo mencionó a los palestinos para afirmar que no permitirá que Gaza se convierta en “un refugio para terroristas”.
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