A principios de enero de 2025, los precios del petróleo alcanzan picos no vistos en meses. El Brent, de referencia europeo, se estabilizó en 76,51 dólares por barril, mientras que el americano West Texas Intermediate (WTI) se situó en 73,96 dólares. Estos aumentos están provocando una creciente preocupación en los sectores económico y energético, con repercusiones directas en los precios de los combustibles.
Un mercado en tensión: los impulsores del aumento
La caída de los inventarios de petróleo crudo en Estados Unidos fue un importante detonante. Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), las reservas comerciales cayeron a un nivel históricamente bajo para inicios de año, con una caída del 3,6% respecto a enero de 2024. Esta contracción de la oferta se enmarca en un contexto donde la demanda global , particularmente en Asia y Europa, sigue siendo fuerte.
Al mismo tiempo, la recuperación económica pospandemia, particularmente visible en China, está generando una mayor demanda de hidrocarburos. La industria manufacturera de China está volviendo a su plena capacidad, respaldada por políticas de recuperación económica, lo que aumenta el consumo general de energía.
Tensiones internacionales y políticas energéticas
Las persistentes tensiones en Medio Oriente, una región estratégica para la producción y el transporte de petróleo, están amplificando los temores de los inversores. Los recientes enfrentamientos en Siria y las incertidumbres sobre la estabilidad de los suministros están aumentando la volatilidad del mercado.
Además, las condiciones climáticas contribuyen a mantener la presión. Una ola de frío prevista en América del Norte podría impulsar la demanda de productos energéticos, aunque este efecto será más notorio en los precios del gas natural que en los del petróleo crudo.
En Estados Unidos, las perspectivas políticas también influyen en los mercados. La inminente toma de posesión de un gobierno favorable a la industria fósil sugiere un aumento potencial de la producción, pero también un fortalecimiento de la demanda a corto plazo.
Impacto en los consumidores: consecuencias inmediatas
En Francia, las repercusiones del aumento de los precios del petróleo ya son visibles. El precio medio del litro de diésel es 1,84€mientras que el 95 sin plomo alcanza 1,88€ en muchas gasolineras. Estos aumentos, aunque esperados, pesan mucho sobre los presupuestos de los hogares.
Para los automovilistas, cada aumento de 10 céntimos por litro representa un coste adicional de alrededor de 120 euros al año para uso promedio. Los hogares de bajos ingresos, en particular los que viven en zonas rurales, son los más afectados debido al acceso limitado a alternativas de transporte.
Las empresas de transporte y logística, muy dependientes de los combustibles fósiles, trasladan estos aumentos a sus clientes, aumentando los costos de los bienes de consumo. Esta situación podría contribuir a una inflación generalizada en varios sectores, en particular los de alimentación y distribución.
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