El país alpino miembro de la UE se sumió en la incertidumbre política el sábado cuando el canciller conservador Karl Nehammer puso fin a las conversaciones destinadas a formar un gobierno centrista que excluyera a la extrema derecha, que había salido victoriosa en las elecciones parlamentarias de finales de septiembre.
En el proceso, Nehammer anunció que dimitiría “en los próximos días” de su cargo de canciller y de la presidencia del Partido Popular Austriaco (ÖVP, conservadores), prometiendo “una transición ordenada”. Ocupa ambos cargos desde finales de 2021.
En una reunión de dirigentes del ÖVP el domingo, el secretario general del movimiento, Christian Stocker, fue nombrado líder interino del partido.
Stocker dijo que su partido le había autorizado a iniciar negociaciones de coalición con la extrema derecha.
“Este país necesita hoy un gobierno estable, y no podemos seguir perdiendo el tiempo que no tenemos en campañas electorales o elecciones”, añadió.
Poco antes, el presidente austriaco, Alexander Van der Bellen, había indicado que se reuniría el lunes por la mañana con el líder del Partido Austriaco de la Libertad (FPÖ, extrema derecha), Herbert Kickl, para “discutir la nueva situación”.
“Las voces dentro del ÖVP que descartaban trabajar con (…) Kickl se han vuelto mucho más discretas”, dijo el presidente a la prensa. “Esto significa que se ha abierto un nuevo camino que antes no existía”.
Durante una rueda de prensa, Stocker celebró la decisión del presidente de dialogar con el líder de extrema derecha, cuyo partido había obtenido casi el 29% de los votos en las elecciones legislativas pero que hasta entonces no había encontrado socios para formar gobierno.
Los observadores se preguntaban el domingo si Van der Bellen pediría a la extrema derecha que intentara formar gobierno.
El presidente austriaco pidió inicialmente a los conservadores formar un gobierno estable que respete los “cimientos de nuestra democracia liberal”. En el pasado ha expresado varias veces sus reservas hacia Kickl, cuyo partido obtiene el 35% en las últimas encuestas.
El investigador en ciencias políticas Thomas Hofer dijo a la AFP que una coalición de extrema derecha con los conservadores como socio minoritario era “muy probable”. Según él, el ÖVP “no puede permitirse” elecciones anticipadas.
Al anunciar su dimisión, el canciller Nehammer dijo que quería ser “una fuerza política central para construir un baluarte contra los radicales”.
El canciller ya había dicho anteriormente que estaba abierto a conversaciones con el FPÖ, pero siempre descartó trabajar con su líder, Herbert Kickl.
En un comunicado de prensa, el líder del partido de extrema derecha, Herbert Kickl, calificó el sábado de “perdedores” a los partidos que participan en las negociaciones de coalición. “En lugar de estabilidad, tenemos caos” después de tres “meses desperdiciados”, añadió.
Los conservadores del ÖVP ocuparon la segunda posición en las elecciones legislativas con el 26% de los votos, seguidos por los socialdemócratas (SPÖ, centroizquierda) con el 21%.
El ÖVP ha participado en los distintos gobiernos del país de 9 millones de habitantes desde 1987. Ya ha gobernado dos veces con el FPÖ, socio minoritario, en 2000 y en 2017.
